René Jacobs. Foto: A. Bofill.

El director de orquesta belga exhibe en el Palau de la Música Catalana una versión en concierto de Le nozze di Figaro. Empeñado en recrear la sonoridad original de las partituras del genio salzburgués, recurre a instrumentos antiguos para recuperar la pureza perdida.

La fiesta mozartina de René Jacobs (Gante, 1946) continúa en el Palau de la Música. El año pasado se metió en el bolsillo al público del auditorio catalán con su versión en concierto de La flauta mágica. Y el martes vuelve con Le nozze di Figaro. Esta vez conducirá a la Orquesta Barroca de Friburgo, al Coro de Cámara del Palau y a un reparto de cantantes seleccionados por él para la ocasión (con el bajo-barítono Konstantin Wolff en la piel de Figaro; el barítono Pietro Spagnoli en la del Conde de Almaviva y la soprano Anett Fritsch en la de Cherubino). El director de orquesta, en su día contratenor, volverá a lucir el resultado de sus investigaciones (casi arqueológicas) de la música de Mozart. Su fijación es interpretarla con la máxima cercanía a cómo pudo sonar en vida del compositor, empleando instrumentos antiguos y recursos soterrados con el paso de los siglos.



Jacobs sitúa esa autenticidad muy por encima de la sonoridad repulida alcanzada en la actualidad. "Los timbres de los instrumentos antiguos se distinguen los unos de los otros, mientras que en la orquesta moderna los colores se mezclan y se confunden", afirma el músico belga. Con su fórmula, Jacobs intenta ganar para la interpretación mayor transparencia. Aunque es consciente de que ese empeño topa con una contrapartida: "Son más perceptibles los defectos de entonación y sincronía". Pero a su juicio, merece la pena. Hay muchos detalles y matices sustanciosos los que están en juego: "En las grandes óperas de Mozart, la orquesta no se conforma con ser un mero acompañamiento. A veces expresa cosas que no pueden los propios personajes". Y da un ejemplo: "En el aria Voi che sapete, Cherubino canta ‘Ricerco un bene, fuori di me' [Busco un bien, fuera de mí]. Él no sabe bien cuál es ese tesoro, pero la sección de viento-madera nos lo revela".



En las próximas temporadas el Palau ya tiene concertadas dos visitas más de Jacobs, también para rescatar la pureza primigenia de la obra mozartiana. En concreto, la de las otras dos óperas que alumbró en compañía del libretista Lorenzo da Ponte: Don Giovanni (en la 2014/2015) y Cosí fan tutte (2015/16). El público del auditorio barcelonés podrá así conocer con mayor amplitud su trabajo de recreación sonora, que ha registrado en diversas grabaciones el sello Harmonia Mundi, muy elogiadas por la frescura y la luminosidad que proyectan, aparte de por el sentido del humor con que están salpimentadas. Ninguno de esos ingredientes faltará en las representaciones en el Palau. A pesar de ser versiones en concierto, tienen también su toque actoral, con entradas y salidas de escena de los intérpretes que le imprimen un notable dinamismo.



Esta fórmula de largo recorrido la ha ideado el Palau "para consolidar complicidades" entre sus feligreses y diversos músicos de renombre internacional. "Es un proyecto que tiene una vocación pedagógica, al profundizar en los repertorios de las figuras, y que pretende activar el boca a oreja para atraer a la máxima gente posible en las siguientes citas", explica a El Cultural Joan Oller, director general del Palau. Otro de los nombres incluidos es el de Benjamin Alard, que tiene el encargo de ejecutar la integral para clave solo de Bach, a un ritmo de dos conciertos por temporada. El discípulo del gran Gutav Leonhardt acometerá el 31 de marzo y el 1 de abril El clave bien temperado. Su ciclo lo cerrará en 2017 con El arte de la fuga. El peso de otra integral, la de las sonatas de Mozart, recae sobre el fortepianista Kristian Bezuidenhout , que la completará los próximos 27 y 28 de mayo.