Helga Schmidt. Foto: Vicent Bosch.
El cierre de temporada en el Palau de les Arts ha sido un ciclón de sobresaltos. Mehta se despidió de Valencia dirigiendo un Turandot memorable en el Festival del Mediterrani. Durante la representación recibió una sonada aclamación popular. El público gratificaba así su labor en el foso, donde ha elevado el sonido de la orquesta titular a las alturas de la máxima excelencia: muy probablemente estemos ante la mejor agrupación de España. Al mismo tiempo, la consejera de Cultura de la Generalitat, María José Catalá, fue en cambio el blanco de estruendosos abucheos. Los amantes de la ópera valencianos la responsabilizaban (a ella y a la clase política en general) de la marcha del director indio y de la decadencia progresiva en que está sumido el coliseo levantino, que tiene en la descascarillada fachada del ingenio arquitectónico de Calatrava una patente evidencia visual.La intendente del Palau, Helga Schmidt, además, se encuentra el epicentro de la polémica. Siempre ha sido así, desde su llegada en junio de 1998 a la capital del Turia, de la mano de Plácido Domingo y auspiciada por el entonces consejero de Cultura Francisco Camps, que le prometió contar con una orquesta de primera categoría para afrontar el reto de colocar en el mapa operístico el Palau. Pero ahora las críticas arrecian. Sus emolumentos suscitan constantes resquemores. Aunque se los han recortado en diversas ocasiones, a algunos todavía les parecen fuera de lugar en esta prolongada recesión. Ahora recibe 68.000 euros al año, tras una extrema jibarización de un 60%. Sin embargo, se beneficia de algunas cláusulas que elevan el coste de contar con su prestigio internacional, como los 24.000 euros que ingresa para pagar el hotel en el que vive.
También se le reprochan una acumulación excesiva de poder en la gestión del Palau (pasó de ser simplemente directora artística a lucir el rango de intendente). Su firma, dicen sus detractores, todo lo podía. Algo de lo que se defiende en una entrevista concedida a El Cultural: "Para liberar cualquier pago era necesario una firma mancomunada, mía y del administrador. Yo era en realidad la última persona en firmar, tras la supervisión previa de varios departamentos". El gobierno de Fabra la ha colocado bajo una lupa para escrutar al milímetro sus gastos. Una medida que le subleva: "Yo siempre he estado controlada, porque así lo he querido. Y jamás me he salido del presupuesto que se nos ha asignado".
Ese presupuesto se ha ido desinflando paulatinamente en los últimos años. El Palau arrancó con una partida económica asignada por la Generalitat de 32'5 millones de euros. En el año 2014 ha tocado fondo, quedándose en tan solo 11.890.000 euros. "Además, la subvención del Inaem ha bajado de 1'5 millones a 423.000 euros. Schmidt lamenta esa reducción, que considera injustificada: "El Tetro Real recibe 8'7 millones, el Liceo 6'5 millones y La Maestranza 1'4 millones. ¿Por qué nosotros sólo 423.000 euros? Lo dice hasta el propio Barenboim, que en España no se está reconociendo los méritos del Palau. Hemos encadenado un éxito tras otro. Tenemos un gran prestigio internacional y no hemos dado ningún escándalo. Aquí no ha habido abucheos contra ninguna producción". Desde el Inaem defienden esa diferencia de trato porque el Gobierno central no tiene presencia en el Patronato del Palau. Argumento inválido para Schimidt, que asegura que la Generalitat ha invitado al ministro de Cultura, José Ignacio Wert, a formar parte de él.
La marcha de Mehta, motivada por la escasez de fondos, puede tener efectos desastrosos para la Orquesta de la Comunidad Valenciana, la joya del proyecto de Schmidt, ahormada en sus orígenes nada menos que por el maestro Lorin Maazel. "Mehta me confesó que varios músicos, entre 8 y 10, le pidieron que les firmará recomendaciones. Es normal que entre tanta incertidumbre busquen otros destinos más seguros". El riesgo de espantada sobrevuela la agrupación, que de moverse en una horquilla de entre 69 a 65 instrumentistas durante varios años pasó a 55 en la temporada 2012/13. En esta última subió a 58 gracias al regreso de varios de sus miembros que gozaban de excedencias.
De momento el año que viene parece que no van a tener un director titular al frente. Las cinco óperas previstas en el abono (el Festival del Mediterrani desaparece) contarán cada una con batuta diferente en el podio, entre ellas la de Plácido Domingo, que dirigirá Manon Lescaut. "No va ser fácil encontrar una persona idónea. Es fundamental tener alguien con carisma y prestigio, que despierte ilusión en los músicos y les contagie ganas de quedarse. No se puede elegir con prisas. Me voy a tener que recorrer el mundo de nuevo, como cuando traje a Maazel. Me costó mucho convencerle". Un esfuerzo de seducción que no está claro si va a acometer. Tiene contrato hasta abril de 2016. Pero, advierte, "últimamente no me encuentro con ánimo. No puedo estar haciendo constantemente milagros con tan pocos recursos. Me duele que lo que realmente son inversiones para que el Palau siga ganando relevancia internacional muchos lo llamen despilfarro".