Vieux Farka Touré

El Festival LaborArte que se celebra en el Conde Duque de Madrid acoge el día 22 la actuación de Vieux Farka Touré, hijo del legendario guitarrista que ha heredado sus mismos principios creativos. Presentará los temas de Mon Pays, una apuesta por la paz y por la defensa de su cultura.

En un mundo que se mira el ombligo y hasta cree poder mirarse la espalda, la confusión es un estado de ánimo habitual. La confusión entendida como mal ajeno, nunca como duda personal. Jamás la banalidad había sido tan rentable, aunque lo peor es que la gente se acaba creyendo las patrañas que esconde, unas patrañas que a menudo son más desprecio que falsedad. Una de ellas tiene que ver con la poca reivindicación del origen africano de toda la música, y en donde artistas como el añorado Ali Farka Touré han supuesto auténticos iconos de dignidad.



Nadie mejor que el guitarrista entendió ese viaje de ida y vuelta de forma orgánica, creando un blues que amanecía en el desierto maliense, vivía en los campos del Mississippi y anochecía a la orilla del río Níger. Hoy su patrimonio musical encuentra un relevo natural, sanguíneo, a través de su hijo Vieux Farka Touré (Mali, 1981), que estos días visita Madrid para clausurar el festival LaborArte (22 de mayo). A este joven cantante, compositor y guitarrista se le está llamando por su ilustre apellido, pero es en su nombre donde el cancionero de los griots, esos trovadores del África subsahariana, descubren su mayor herencia… y futuro. Lejos de acercarse a Occidente y dejarse subyugar por su falso bienestar, Vieux Farka Touré sigue cantando a la vida, esto es, a la música, porque sólo en el continente negro ambas experiencias se conjugan igual. A sus treinta y tres años el artista ha tenido ocasión de tocar junto al rollingstoniano Jeff Lango, el cantautor Dave Mathews o ese patriarca de la guitarra jazzística que es John Scofield, regresando puro a su Niafunké natal.



En esos intercambios, retratados en discos valiosos como The secret (2011), queda manifiesta la verdadera esencia del mestizaje, de la mezcla entendida desde el respeto y no el expolio o la canibalización. Vieux Farka Touré acude en su próxima visita española con ese argumento discográfico cargado de orgullo por su país, que así se llama el álbum, Mon Pays (Six Degrees Records, 2013). El trabajo es un canto a la vida y la belleza de su cultura, que es la de su padre y su abuelo, y que será de sus hijos, en pleno conflicto entre tuaregs y rebeldes islámicos. "Quería decir al mundo que esta tierra es de los hijos e hijas de Mali, no de Al Qaeda o de cualquier grupo combatiente. Esta es una tierra de paz y de belleza, de rica cultura y de tolerancia. Esa es nuestra herencia, que debemos proteger y defender a toda costa, y por eso necesité hacer este disco, para defender nuestra cultura amenazada".



El disco está inspirado en las colaboraciones que Farka Touré viene realizando con el cantante y compositor israelí Idan Raichel, con el que capitanea uno de los proyectos más audaces y excitantes de la música popular actual, el Touré-Raichel Collective, que descubre prolongaciones discográficas igualmente valiosas como The Tel Aviv Sessions (2012) y The Paris Sessions (2014); gracias a estos encuentros el guitarrista se topa con esa realidad enfrentada, sobre un mismo suelo, entre el pueblo árabe y el judío, lo cual le abre todas las perspectivas a la hora de analizar y encarar las luchas internas de su propio país. El álbum es un viaje rítmico y melódico henchido de verdad y belleza. Y de mucho blues, forjado a orillas del río Níger y madurado en los márgenes del Mississippi. Al calor de la vida, sus injusticias y esperanzas, sus penas y glorias. Y el horizonte africano siempre por delante.