El montaje de Christine Crouse lleva la acción a los convulsos años setenta. Foto: John Snelling

El equipo artístico encabezado por Tim Murray (dirección musical), Christine Crouse (escena) y Michael Mitchell (escenografía) llega el próximo 10 de junio al Teatro Real con su montaje de Porgy and Bess al cumplirse un año de su paso por el Liceo, escenario en el que ya pudo contemplarse la monumental ópera (¿o habría que llamarlo también musical?) en la que se dan cita géneros como el gospel, el blues o el jazz. Especial atención merece el trabajo de Marvin Kernelle, que, como en el montaje presentado en el escenario barcelonés, se responsabiliza de un coro capaz de levantar de las butacas al respetable. Xolela Sixaba (Porgy) y Nonhlanhla Yende (Bess) encabezan un reparto que respira autenticidad.



La ópera en tres actos de George e Ira Gershwin transcurre en Catfish Row, un suburbio de Carolina del Sur. Su estructura auna con virtuosismo la estructura de la ópera europea con la riqueza del folclore afroamericano, desde el repertorio de las plantaciones esclavistas sureñas hasta los ritmos más enraizados de los centros urbanos como el charlestón.



En la producción que se verá durante las nueve sesiones del coliseo madrileño, procedente de la surafricana Cape Town Opera, la acción se traslada a Soweto, en los arrabales de Johannesburgo, durante los convulsos años 70, cuando el apartheid comenzaba a resquebrajarse. "Las comunidades de Suráfrica tienen una canción para cada ocasión -explica Murray-, como los habitantes de Catfish Row, con sus melodías fúnebres, espirituales y de fiesta. El gran genio de Gershwin fue tomar todos esos elementos y estilos y fusionarlos en algo vivo e irresistible".