Jesús Corbacho. Foto: Teatro Corpa
El flamenco ha lamentado la pérdida reciente de varios de sus tótems: Enrique Morente, Paco de Lucía, El Torta... Esas ausencias lo han dejado tocado, pero el futuro está garantizado. Una nueva hornada con fuste artístico y sólida personalidad viene dispuesta a tomar el testigo. Flamenco Joven exhibirá en el Conde Duque, del 23 al 26 de septiembre, alguno de estos talentos. Hablamos con Belén López, David de Jacoba, María Mezcle y Jesús Corbacho para testar las referencias, inspiraciones y principios de la generación que renovará este arte ancestral en las próximas décadas.
La familia de la bailaora tarraconense Belén López no tiene ninguna vinculación con el flamenco, sin embargo ella reconoce que es el pilar de todo lo que ha hecho, y que sin el apoyo que recibió desde el primer momento hubiera sido imposible haber emprendido esta "maravillosa aventura". No en todos los casos ha sido así: el cantaor onubense Jesús Corbacho reconoce que fue su familia la que le inculcó el flamenco y que siendo muy pequeño su padre lo dormía cantándole fandangos. "Así que desde la cuna ya me metieron ese veneno...". El cantaor de Motril David de Jacoba eleva la relación con sus mayores al terreno de la ética: "Mi familia me transmitió la forma de sentir, la dignidad de vivir, el ser sencillo, humilde, y el respeto a los demás. En el ámbito musical, mi padre es muy aficionado al flamenco, lo ama con pasión y es amigo de un número considerable de artistas. Por otro lado, mi hermano, Carlos de Jacoba, es un guitarrista excelente". Un relato que se repite con sus variantes, aunque en otro contexto geográfico, cuando habla la sanluqueña María Mezcle: "La mía es una casa muy flamenca: todos reunidos en las fiestas familiares, donde se cantaba y se bailaba. Siempre había un motivo para las celebraciones. Luego, cuando ya tuve uso de razón, mi abuela me informó de que su padre, mi bisabuelo, había sido cantaor, El Mezcle, y que además estamos emparentados con la extraordinaria cantaora María Vargas".
Así que Belén, Jesús, David y María, junto a otros también menores de treinta años, irrumpen con fuerza en el entorno del cante, el baile y la guitarra a través de una propuesta valiente, de alguna manera arriesgada, pero irresistiblemente atractiva, como es el ciclo Flamenco Joven 2015, en el que se han empeñado, por medio de una alianza que puede seguir dando magníficos resultados, el empresario independiente Antonio Benamargo, con una larga y fructífera experiencia y una eficaz visión de futuro,
y el madrileño Centro Cultural Conde Duque. Sabiendo positivamente que avalar a estos jóvenes asegura el porvenir de un arte que cada día despierta un mayor interés fuera de nuestro país, la programación, del 23 al 26 de septiembre, ofrece todas las garantías de convertirse - si se establece la continuidad- en una estupenda plataforma para promocionar a estos jóvenes perfectamente preparados, con una vocación invulnerable y a prueba de los vaivenes bruscos, propios de una arte vivo, de una vieja tradición en continuo proceso evolutivo.La renovación por la renovación no se sostiene. El flamenco ya está hecho, sólo hay que añadirle cosas hermosas" David de Jacoba
Flamenco Joven 2015 lo abre una bailaora veterana, La Tati, con amplia biografía profesional, viajera por los escenarios del mundo, una maestra ya clásica, que ha creado escuela y que en este caso ejerce de madrina, respaldando a estos jóvenes aventajados. Entre los cantaores, además, Rancapino hijo, siempre al lado de su padre, el gran Rancapino, chiclanero ilustre, con el que suele compartir cartel, aunque ya está volando solo y es una de las voces más apreciadas. Primera cantaora del Ballet Español de Murcia, la almeriense Toñi Fernández es asimismo una joven artista internacional de extenso recorrido. Y José Enrique Morente, que arropado en principio por su padre, también comenzó a darse a conocer muy pronto y ahora interviene en conciertos y diversos espectáculos.
David de Jacoba. Foto: Deflamenco
En cuanto a la guitarra solista, tres nombres que ya empiezan a sonar con fuerza: Amós Lora, David Carmona y Juan Habichuela nieto. Y en el baile, jóvenes estrellas que relucen con luz propia, dada la brillantez de sus ejecutorias, con mucho camino andado y, a pesar de la edad, con la solidez de sus múltiples trabajos y una línea de firme lenguaje dancístico:No intentan camuflarse, nadie se esconde cuando surge la contradicción, el peligro de la ruptura o el caer definitivamente en terrenos desconocidos. Intentan posicionarse sabiendo que están en la cuerda floja pero manteniendo el difícil equilibrio entre la creatividad, que a veces se presenta con acuciantes urgencias, y una tradición vivida, asumida con emotivas marcas en la memoria. Y sobre todo una historia detrás en forma
de documentación exhaustiva, recuperada con las nuevas tecnologías, que ha supuesto un descubrimiento que los ha deslumbrado: desde la restauración de cilindros de cera de finales del XIX y de las placas de pizarra de la primera mitad del siglo pasado, hasta la época de los vinilos, todo ello trasladado a discos compactos, y, sobre todo, la también restaurada serie televisiva de cien programas, rodada a principios de los setenta, Rito y geografía del cante. Un material inmenso del que nunca habían dispuesto las anteriores generaciones.No es cuestión de ortodoxia frente a heterodoxia. Lo importante es tener una gran formación y después ser libre" Jesús Corbacho
María Mezcle. Foto: FFJ
La transmisión del fuego
El discurso certero y reflexivo de estos jóvenes inaugura una nueva etapa para el flamenco, posiblemente más fundamentada, con argumentos más sólidos. Tomando lo mejor de épocas anteriores, huyen de la banalidad para mostrar un concepto del arte mucho más comprometido, más interiorizado y rechazando los estereotipos. Quizá también porque teniendo acceso a una mayor información, se van mostrando más receptivo tanto a nuevas fórmulas de comportamiento -las que no impone la pertenencia a un clan determinado- como a las distintas y enriquecedoras corrientes culturales. Y todos tienen un momento que les ha dejado una marca imborrable, una huella que permanece incrustada. "Poder trabajar durante cuatro años junto a Paco de Lucía", dice el cantaor David de Jacoba, "esa presencia suya en el escenario, esa emoción de estar acompañado por él a la guitarra, es lo más intenso que me ha ocurrido". A Belén López se le ha quedado grabado para siempre cuando, con cinco años, bailó con el gran Antonio, Antonio Ruiz Soler: "Él me decía que tenía que seguir y estudiar, y lloraba de emoción al verme bailar. Fue en el Somorrostro, en un homenaje a Carmen Amaya. Me impactó muchísimo".Belén López. Foto: Martín Guerrero
María Mezcle recuerda que una de sus maestras, la cantaora sanluqueña La Sayago, ya con noventa y cuatro años, enfermó y la ingresaron en el hospital. "Fui a verla, y al despedirme, me cantó por señas con la mascarilla puesta, agarrándose a las sábanas con una mano y con la otra marcando el baile de la bulería. Qué vitalidad y qué fuerza. No he visto cosa más flamenca". Jesús Corbacho tiene una imagen memorable: "Enrique Morente cantando por seguiriya. Un momento mágico. Yo estaba muy cerca y comencé a llorar. Después me dedicó uno de sus discos: 'A mi compañero Corbacho que tiene talento y arte'. Lo que más me emocionó fue que me considerara compañero suyo. Y eso habla de su grandeza. Un detalle que me ha marcado mucho, porque creo que el flamenco está basado en el sentimiento y en el alma".