María Toledo, cantando al piano, una modalidad inédita en el flamenco. Foto: Juanlu Vela
La cantaora y pianista, nominada a dos Grammy Latinos por su disco conSentido, es uno de los puntales del ciclo Andalucía Flamenca del CNDM, que arranca este viernes con el imprevisible y radical Capullo de Jérez.
La programación la abre este viernes (16) El Capullo de Jerez, imprevisible, radicalmente distinto, con un dominio absoluto del compás y originales planteamientos expresivos. Llega después el inefable Rancapino, perteneciente a una vieja familia de músicos gitanos y referencia viva de esas voces rotas y como salidas del fondo de los tiempos, tan alabadas por los aficionados exquisitos. Comparte cartel con su hijo, un cantaor emergente al que se le augura un espléndido futuro. El rostro de esa suntuosa Cataluña flamenca, formado por descendientes de la emigración, está representado por Duquende, un cantaor relevante de la escuela camaronera, aunque con acento propio, y el guitarrista y compositor Chicuelo, imprescindible también en las actuaciones de Miguel Poveda. Otro gran maestro, Pepe Habichuela, que atraviesa una época esplendorosa de creatividad y brillantez interpretativa, viene asimismo con su hijo, el excelente músico, guitarrista y exKetama Josemi Carmona. David Palomar es la voz joven más representativa de Cádiz, con nuevos criterios en el tratamiento de la tradición musical de esa tierra. Y tres nombres de primer nivel para una sola noche, irreemplazables en cualquier programación: José Valencia, Antonio Reyes y Jesús Méndez. Y para finalizar el ciclo, el universo sonoro y espiritual de Mayte Martín, con su capacidad para transmitir una potente carga de emoción y estremecimiento.
Por su parte, María Toledo presenta un concierto basado en su último disco, conSentido, nominado a dos Grammy Latinos, junto al guitarrista Jesús de Rosario. Y ella, claro está, cantando y acompañándose al piano, una modalidad que se produce por vez primera en la historia del flamenco. Licenciada en Derecho y titulada por el conservatorio Jacinto Guerrero, de Toledo, afirma que "cada disco ha sido creado coincidiendo con la circunstancia anímica por la que atravieso. Cada día intento crecer, no estancarme y sentirme viva". Exigente, dinamitadora de complejos, se agarra a su verdad como la única fórmula que da sentido a una existencia entregada a la música. Descarnada, se desnuda sin concesiones: "Artísticamente, me encuentro en el mejor momento. Estoy segura de lo que hago y por qué lo hago. Escuché decir al maestro Paco de Lucía: 'me preocupé tanto de lo que hablaban los demás que me perdí a mí mismo', y me marcó esa frase, hasta tal punto de que fue oírla y hubo un antes y un después en mi vida. Por eso, hago lo que creo y siento en cada momento. Cuando eres sincero contigo mismo, y te reconoces, la gente lo capta y se queda con la verdad que manifiesta tu alma".