Envuelta en un aura de celebrity, tras ser ungida con un Grammy a la mejor artista revelación, llega a España Esperanza Spalding. Escenificará Emily D+Evolution, espectáculo que hibrida música y teatro, en tres festivales de jazz: Málaga, Cartagena y Madrid. Este último arranca el próximo jueves (5) y congrega en el Auditorio del Conde Duque a figuras como John Scofield, Joe Lovano, Abdullah Ibrahim, Kurt Elling... En el apartado nacional concurren Pedro-Ruy Blas, Abe Rábade, Moisés P. Sanchez...
Esperanza Spalding (Portland, 1984) es una celebridad del jazz, una diva efervescente y aclamada. El renombre se lo ha ido labrando a base de atrevimiento sobre el escenario, de imaginación compositiva y de una técnica interpretativa (canta al tiempo que tañe el bajo o el contrabajo) pulida en el Berklee College de Boston. También ha sumado en su beneficio la apertura mental para enriquecer el jazz con el soul más vanguardista, la música de raíz brasileña y toques camerísticos de clásica. Un conjunto de cualidades que le permitieron protagonizar un hito histórico en los Grammy de 2011: fue la primera jazzista que obtuvo uno en la categoría de mejor artista revelación.El galardón no ha desactivado su vocación experimental. En los cuatro discos que ha lanzado hasta ahora se aprecia una evolución que camina de un purismo acústico hacia tanteos electrónicos, sin perder nunca el pie de sus raíces, que ha ido apuntalando junto a gurús del género como Joe Lovano, Michel Camilo, Charlie Haden, Pat Metheny, Wayne Shorter... Nueva demostración de ese talante audaz es Emily D+Evolution, un espectáculo en el que incorpora una faceta más: la teatral. Con él está recorriendo Europa y en los próximos días hará tres escalas en España, una minigira que engloba tres festivales de jazz: el de Málaga (13 noviembre en el Cervantes), el de Cartagena (14 en el Teatro Circo) y el de Madrid (16 en la Riviera). Este último arranca el próximo jueves (5) y congrega a figuras con el empaque de John Scofield, Joe Lovano, Abdullah Ibrahim, Kurt Elling... Casi todas las citas se celebran en el Conde Duque, un recinto que, sin embargo, se queda pequeño para el tirón actual de Eperanza Spalding.
O de Emily. Porque en realidad el alter ego que protagoniza su show recibe ese nombre. "Es un personaje que nació en mi mente durante un sueño. En un principio, me asustó mucho, pero luego reconocí que era yo. Fue la noche anterior a mi cumpleaños. Se presentó a través de una decena de scketches que se desarrollaban acompañados de una banda sonora extraña pero atractiva. Parecía algo imposible de reproducir pero eso es exactamente lo que he intentado hacer en este espectáculo. Lo que parece imposible y extraño de entrada es lo que más me motiva. Emily es mi segundo nombre: yo me llamo en realidad Esperanza Emily Spalding. Es parte de mí y presentándola al público ofrezco una visión más plena de mi identidad artística", explica a El Cultural desde Nueva York.
Spalding ha intentado atrapar ese lance onírico y recrearlo en vivo. Y al hacerlo ha traspasado su marco de referencias habitual, donde Wayne Shorter figura en un altar, para arrimarse a los dominios del funk. Su look también ha mutado: ha sometido su aparatoso cardado afro a unas largas trenzas, se ha instalado en el rostro unas enormes gafas y en su colorida indumentaria centellean unas mallas de reminiscencias glam. Dice que las viñetas no están hiladas por una historia sino por una filosofía: "La formulo en la expresión D+Evolution, que evade las dicotomías fracaso/éxito, inferior/superior, progreso/tradición. Remite al camino de crecimiento que recorre cada persona. Un camino en el que a veces te caes o debes volver atrás para coger más impulso; un camino que, en definitiva, no tiene solo una dirección".
Lo mismo ocurre con su trayectoria artística, que en ocasiones ha flirteado con el flamenco. En el año 2007 acompañó con su contrabajo al Niño Josele en el malogrado Johnny. Eran tiempos en los que no había que picar piedra para arrancarle una entrevista. "Me encantaría trabajar con él más veces. No han surgido más oportunidades pero estoy deseando. El flamenco me hipnotiza. Hace un par de años me dio clases Carles Benavent. Me parece realmente complicado y a la vez me fascina. Sus formas son muy refinadas. Ojalá pudiera dedicarle más tiempo. Es un desafío, como asimilar una lengua extranjera. De todas formas, lo que aprendí en relación a su sonido, su ritmo y su espontaneidad, lo aplicaré toda mi vida".
Una vida que, en sus primeros años, discurrió por las malas calles de Portland. De las tentaciones nocivas del gueto la redimió su afición por la música, sobre la que ha surfeado hasta verse salpicada por la fama, que todavía no le carga: "Mi popularidad tiene de momento un alcance digamos que ventajoso porque me permite vivir de lo que me gusta pero en la calle pocos me reconocen. Es una posición perfecta".
En 2009, como tantos afroamericanos, saludó con entusiasmo la llegada a la Casablanca de Obama, que luego la llamó para que actuase en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz que le concedieron. Al presidente todavía le tiene ley y le excusa de sus 'incumplimientos': "El problema es que tiene que armonizar sus decisiones con las cámaras de representantes. Y ahí se atascan muchas de sus buenas intenciones. Obama no es perfecto pero que se está esforzando por mejorar el país. Tampoco creo que Bush fuera un ogro absoluto, hizo algunas cosas buenas. Lo que hace falta es una sociedad civil más alerta".
@albertoojeda77