El galés Bryn Terfel interpretará al Holandés Errante. Foto: DECCA
La Orquesta Nacional se viste de gala para recibir, en esta temporada centrada en el malditismo, a uno de los malditos más célebres, desesperados y complejos de la historia de la ópera, el Holandés Errante, nacido de las brumas del norte, recogido literariamente por Heine y abrazado por Wagner en su primera obra maestra, Der fliegende Holländer, opera que inaugura una serie de títulos fundamentales y casi siempre rupturistas. Esta composición ya había visitado el hemiciclo del Auditorio Nacional, como ahora, en versión concertante, allá por octubre de 1990 en una sesión gobernada por Ros Marbà, con las voces nada despreciables de Sabine Haas y Oskar Hillebrandt.Buena ocasión de nuevo para seguir una narración musical envuelta en un tenebroso romanticismo, donde lo fantasmagórico está muy presente a través de un tejido musical de planteamientos todavía tradicionales en los que se abraza una línea vocal muy melódica. Esta cuarta ópera del compositor alemán, obra oscura, reconcentrada, que apunta ya, no obstante, con un lenguaje no exento de novedades, al desarrollo posterior del arte sutil del motivo conductor y penetra tempranamente en el después tan trascendente tema de la redención amorosa, exige un plantel de voces de altura.
Lo tiene en esta oportunidad. El Holandés vendrá en la voz de quien es hoy sin duda uno de sus principales servidores, en la línea de los históricos Friedrich Schorr, Hermann Uhde, Hans Hotter, George London, Theo Adam o Donald McIntyre, barítonos dramáticos o bajo-barítonos de raza: el galés Bryn Terfel, más barítono que bajo, de timbre penumbroso, rico metal, emisión canónica, direccional, anchurosa y certera, que quizá haya perdido cierto lustre y esmalte en la zona superior, no tan rotunda y firme como antaño. El suyo es un fraseo cincelado e inteligente. Creemos que es la segunda vez que el cantante actúa en Madrid después de su ya antiguo recital en el ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela.
Senta, aquella que hace nacer en el Holandés la llama de la esperanza salvadora, será la germana Ricarda Merbeth, una lírica ancha con posibles, que ha desempeñado diversos cometidos en el Festival de Bayreuth y a la que recordamos con la Nacional en un Te Deum de Bruckner dirigido por Simone Young. Peter Rose, un bajo sólido, contundente y sonoro, será el avaricioso Daland, Torsten Kerl, un tenor de lirismo intenso, algo apuradillo a veces en el agudo, abordará la peliaguda -pese a todo secundaria- parte del quejoso Erik. El tenor más ligero Dmitry Ivanchey cantará el marinero y la mezzo leonesa Pilar Vázquez, de importante y prieto instrumento, servirá al ama. Todos ellos, junto a la ONE y a su Coro, estarán a las órdenes claras y atentos al impulso juvenil del titular David Afkham.