Vista cenital de la Joven Orquesta Nacional de José Luis Turina. Foto: Luis Carmona

De vez en cuando la Joven Orquesta Nacional, JONDE, que nada menos que desde 2001 dirige con total acierto el compositor y gestor José Luis Turina, sin duda una de nuestras mejores plumas, celebra encuentros extraordinarios de cámara, que se concretan en las actividades del conjunto resultante, que recibe el sugestivo nombre de Academia de las Luces. En su más reciente reunión, desarrollada en las instalaciones del antiguo Priorato Le Mesnil St. Martin, en Aquitania, se ha seguido trabajando el repertorio desde la perspectiva historicista y abundando en el manejo de instrumentos antiguos. Estos encuentros se organizan desde 2007 y dan paso a las correspondientes actuaciones públicas. En este caso y para apreciar el trabajo de los últimos meses se han programado dos conciertos en marzo, uno este sábado, 26, en el lugar de la preparación y otro, el 28, en el Auditorio Nacional.



Será, efectivamente, el momento de comprobar el nivel de estos jóvenes y de calibrar de qué manera se aplican a la reproducción, con instrumentos de época, de las tres obras elegidas: Divertimento en fa mayor K 138 de Mozart, Concierto para flauta en re menor H. 484.1 de Carl Philipp Emanuel Bach y Stabat Mater, Gérard 532 (en su primera versión de 1781) de Boccherini. Tres compositores que vivieron coetáneamente durante muchos años y que no dejaban de mantener puntos de contacto. Carl Philipp, heredero directo de la tradición germana, auspició, junto a su hermano Johann Christian, los primeros pasos de Mozart, que se miraba en ellos -aparte de realizar ejercicios de contrapunto sobre composiciones del padre de ambos, el gran patriarca Johann Sebastian- y que supo unir las tradiciones y estilos italianos y vieneses; algo en lo que coincidió con el tercero, capaz de asimilar las esencias de la música centroeuropea y, al final de su carrera, de recoger las influencias hispanas.



Laura Palomar será la solista en la composición del hijo del Cantor de Santo Tomás y Eugenia Boix la soprano lírico-ligera que enuncie las once partes del Stabat Mater del italiano de Lucca, autor también de otras interesantes obras vocales, que, de todos modos, suponen una pequeña parte de su ingente producción. Poco más que las llamadas arias académicas, G 544-558, el aria G 542, los Nueve villancicos, la zarzuela La Clementina, G 540, de 1786, una ópera, no encontrada, Dorval e Virginia, puede que estrenada en Turín en 1800, la Escena de Inés de Castro G 541, un duetto, una cantata y este Stabat Mater. Todas poseen evidentes dificultades para la voz, incluidas amplia tesitura, adornos y escaladas al agudo. Recordemos que este oratorio fue interpretado hace unos meses en el auditorio del Conde Duque, en el curso de unas jornadas de TopArtEspaña.