Josep Pons. Foto: Rafa Martín

Desde su estreno en Viena el 30 de diciembre de 1905 la opereta Die lustige Witwe de Franz Lehár (1870-1948) no ha dejado de estar presente en los escenarios operísticos más importantes. Es una excelente muestra de ese género anfibio, no siempre apreciado, que desarrolla tramas ligeras sobre una música espumosa y a veces banal y cuyos orígenes se remontan al siglo XVII. Comedias alegres, desenfadadas, juegos propios de la ópera cómica, con la que emparenta, como lo hace con el singspiel o con el vaudeville francés; o con nuestra zarzuela. Alternancia entre diálogo hablado y música. Offenbach o Lecock en Francia, Sullivan en Inglaterra, Suppé, Strauss, Millöcker, Kálmán, Ziehrer y, naturalmente, Léhar en Viena son los nombres más famosos dentro en este capítulo lírico.



Esta Viuda alegre va a desembarcar en el Liceo el día 27 de este mes en versión de concierto convenientemente recortada. Las cuitas, los equívocos, los jugueteos del Conde Danilo y la rica Hanna Glawari podrán seguirse bajo la batuta de Josep Pons, que en principio no parece de las más aptas para encajar con el chisporroteo ligero, con el lenguaje burbujeante de la música. Pero el titular del teatro es director sumamente profesional, que sabe prepararse a conciencia cualquier partitura, sea cual sea su estilo, por lo que no descartamos que finalmente pueda aportar el acento, el jugoso fraseo, el brillo que pide una partitura que aún hoy no deja de deparar sorpresas armónicas e instrumentales y que maneja tan hábilmente el vals lento y rápido, la mazurca, la polonesa, el can-can, el galop, la marcha y la llamada ronda balcánica.



Números magistrales como la romanza de Camille Wie eine Rosenknospe (que emplea el primer poema de Amor de poeta de Heine, ilustrado en serio y previamente por Schumann), las respectivas entradas de los dos protagonistas, la canción de Vilja, el can-can de las grisettes; y tantas melodías inolvidables. Dará curso a estos y otros números un elenco vocal bien elegido, en el que sobresalen la Hanna de Angela Denoke -a quien creemos falta frescura y espumosidad vocal- y el Danilo del veterano Bo Skovhus, uno de los forjadores en estos últimos lustros de ese simpático personaje.