Víctor Pablo Pérez al frente de la Orcam en un concierto. Foto: Nacho Gómez

La Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid abre temporada este martes (20) con la primera obra sinfónico-coral de Mahler, La canción del lamento. Víctor Pablo Pérez sube al podio del Auditorio Nacional en un concierto que se completa con Shibbolett, de Juan Manuel Ruiz.

La temporada de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid comienza por todo lo alto: el próximo martes, día 20, abre sus puertas con un plato verdaderamente fuerte y hasta cierto punto raro: la primera obra sinfónico-coral de Mahler, en la que está ya contenido el cosmos del compositor bohemio, todas sus claves existenciales, sus propósitos rupturistas, aun anclados en buena parte en la gran tradición.



Das Klagende Lied (La canción del lamento), que pudimos escuchar unos cuantos años atrás en la temporada de la Orquesta Nacional, fue terminada en 1880, aunque no se estrenó, en Viena, hasta 1901, bien que sin la primera de sus tres partes, Waldmärchen (Cuento del bosque), que se presentó aisladamente en Brno 33 años más tarde. La versión definitiva, íntegra, con la incorporación de los otros dos movimientos, Der Spielmann (El trovador) y Hochszeitsstück (Pieza nupcial), vio la luz, de la mano de Pierre Boulez, en Londres, el 21 de abril de 1970. Son sabidas las fuentes literarias sobre las que se basa el texto redactado por el propio compositor: un cuento de Ludwig Bechstein del mismo título; El hueso cantor de los hermanos Grimm, a su vez proveniente de un poema de Greif; Baltahazar de Heine; Die Füsse im Feuer de Meyer y puede que también otra narración de los Grimm: Joringe und Joringel.



En Waldmärchen aparecen ya los temas que se hacen protagonistas en las dos partes siguientes y toma cuerpo el estribillo Oh, Leide! El hábil manejo de la tonalidad concede insólitos colores a la narración, de signo lírico-pastoril. Está aquí el suntuoso toque mahleriano conectado con la naturaleza y se adivinan los tan característicos ritmos de marcha y las fanfarrias. En una línea, apunta José Luis Pérez de Arteaga, heredera directa de Weber y Wagner. En Der Spielmann la contralto y el tenor cuentan la legendaria historia y aparece la flauta tallada en el hueso del muerto. Y es constante el empleo del típico intervalo de cuarta descendente, tan presente más tarde en la obra del compositor. La agitación domina al principio la Pieza nupcial, surcada luego por llamadas de trompeta. Silbermann hace hincapié en el carácter dramático del coro masculino, que da paso al rey en el momento en el que se propone tocar la flauta de hueso. El cierre es dolorido y triste. Una melodía inolvidable envuelve a la palabra klagen (lamentar).



Una composición, pues, ya de indudable originalidad, sobre todo en lo que respecta a las partes segunda y tercera, en las que se emplea una orquestina rústica fuera de escena. La interpretación del Auditorio Nacional va a estar en las buenas manos de Víctor Pablo Pérez, que ha dado repetidas muestras de su identificación con pentagramas mahlerianos. Como solistas tiene a sus órdenes a la joven y frágil soprano Belén Roig, al tenor lírico-ligero Lothar Odinius, especialista en cantatas de Bach, al barítono, también tierno, timbrado y lírico, Sebastián Peris, y a la veterana mezzo Iris Vermillion, que se las sabe casi todas en este repertorio. La Orquesta y Coro titulares, la Joven Orquesta, el Coro de la RTVE están convocados en el hemiciclo.



Hay un segundo motivo que hace atractivo este concierto: se estrena Shibbolett, una composición para coro mixto, órgano y orquesta sobre textos de Valverde Villena, del canario Juan Manuel Ruiz (1968), admirador de Ligeti o Marco y amante de la creación mahleriana. El lenguaje musical franco, fluido, ecléctico, de evidente solvencia constructiva del autor, que apreciamos, por ejemplo, en Exergo y sobre todo en Nébula, para gran orquesta, puede encajar estupendamente con la obra base de la sesión.