Van Morrison en un concierto de 2016

No hay planes de jubilación que seduzcan todavía al León de Belfast. Con 71 años recién cumplidos, 53 sobre el escenario, lanzará este viernes su 36° álbum de estudio. Su título es una declaración de intenciones: Keep me Singing. Tan clara como la del anterior, Born to Sing: No Plan B. Deducimos sin temor a equivocarnos que no tiene la más mínima intención de replegarse. Y en realidad nadie se lo pide. Recordamos todavía los recitales que nos regaló en su última visita a España, en noviembre (Circo Price y Palacio Euskalduna). Su voz macerada fue el instrumento que mejor sonó.



En ambas comparecencias dio una lección magistral de jazz, rhythm&blues y soul. Combinando estos géneros, Morrison se ha ganado el cielo (y un sillón en varios salones de la fama) varias veces en las últimas décadas. Y ahí sigue el indómito gruñón, que asienta en las raíces de todos ellos Keep me Singing, una colección de 12 canciones que incluye una versión de Share Your Love With Me, tema popularizado por Aretha Franklin y Kenny Rogers.



Pero Morrison no pretendía seguir la estela de otras viejas glorias, como Bob Dylan o Tom Jones, firmantes de dos recientes y llamativos discos de covers. Aunque a estas alturas le da pereza el estudio y todos sus artilugios digitales, ajenos a su concepción a analógica de la grabación, tenía ya ganas de entregar a sus incondicionales nuevo material. Estilísticamente no estamos ante ninguna ruptura. Se mantiene fiel a la fórmula en que se siente más genuino. Y en la que encadena aciertos.



El disco fluye en un medio tiempo, con escalas en la nostalgia como la de Every Time I See de River y baladas canónicas como Down to Bangor. También saca a relucir una vertiente más expansiva en la catártica Too Late y la autoafirmativa Keep Me Singing. Y, como sustanciosas propinas, suma una incursión en el swing (Look Behind the Hill) y una pieza instrumental (Caledonia Blues), en la que Morrison se desdobla al piano y el saxofón. En octubre girará por Estados Unidos para presentarlo. En España, sin fechas a la vista, toca esperar.