Marina Monzó en un ensayo de Le cinesi

La Fundación Juan March sigue con su apuesta por el teatro musical de cámara con esta ópera de salón de Manuel García sobre las falsas apariencias. Bárbara Lluch se ocupa de la dirección de escena y Fernández Aguirre de la musical. Cantan Marina Monzó, Cristina Toledo, Marifé Nogales y José Manuel Zapata.

Volvemos a encontrarnos con la figura y la música de Manuel García. En esta ocasión es la Fundación March de Madrid la que, en la sexta edición de su Teatro Musical de Cámara, puesta en pie con la colaboración del Teatro de la Zarzuela, nos trae una nueva ópera de salón de la serie de cinco que nos legó en los últimos años de su vida el gran compositor, cantante y profesor sevillano. Se trata de Le cinesi, una obra muy jugosa que nos pone nuevamente en antecedentes de la valía del arte vocal y teatral del músico, que conseguía aquí profundizar en las costumbres de la época, las influencias de otras culturas, las relaciones humanas y, en una muestra de dominio de las situaciones, montar todo un espectáculo en el que las cosas más auténticas se adivinan debajo de un ropaje en el que lo que se avista en primer lugar es la máscara, la falsa apariencia. Una bien trabajada construcción de lo que podríamos considerar con un término tan de nuestros días como el de metateatro.



En la inocente anécdota de Le cinesi se esconden llamadas a una realidad que no era la de oriente -siempre oportuno pretexto para tantos autores del XVIII, XIX o XX-, sino la del lugar de residencia del autor, en este caso el París de los años 30 del siglo XIX. El empleo de un depurado lenguaje vocal, la sabia armonización que va tejiendo el acompañamiento pianístico acaban por dar forma a una obra, sólo aparentemente sin pretensiones, que es un dechado de inventiva y que se pone seguramente en cabeza, en cuanto a calidad, de las otras trece óperas, más o menos extensas, escritas por otros compositores a partir del libreto de Pietro Metastasio.



James Radomski, autor de una biografía del músico, nos da en el magnífico programa editado por la Fundación March algunas de las claves y realza la importancia de alguno de los mejores números de la partitura, como el trío femenino introductorio, Si direbbe con ragione, que nos presenta a tres aburridas doncellas; como la cavatina de Silango, hermano de una de ellas, Non v'e millior piacere, cuyo texto es del propio Manuel García; como el cuarteto Ubbidisco a tuoi desiri, que presenta la personalidad de cada personaje y abre las puertas a que cada uno de ellos interprete una escena alusiva; o, en fin, como el cuarteto final, Taciamo, sì, Taciano, un tour de force que culmina, nos dice Radomski, con una cadencia a cappella.



Se ha cuidado mucho esta nueva producción, para la que se han elegido mimbres muy adecuados. En el piano y la dirección musical aparece de nuevo Rubén Fernández Aguirre, que domina este género como nadie y que es capaz de movilizar a los cantantes con los mejores recursos. Son las sopranos Marina Monzó y Cristina Toledo, la mezzo Marifé Nogales (que actuaba ya en Un avvertimento ai gelosi de la Autónoma) y el tenor José Manuel Zapata. Cuatro cantantes jóvenes, más curtidos los dos últimos, que han de dar buen juego. Bárbara Lluch, ya avezada en el campo escénico, dirige la escena, que tiene decorados de Carmen Castañón y figurines de Gabriela Salaverri. Se anuncian representaciones los días 9, 11, 14 y 15 de enero, con tres funciones didácticas el 1, el 12 y el 16.