Carlos Mena durante una actuación

Afortunadamente, el contratenor victoriano Carlos Mena suele aparecer de vez en cuando por Madrid y actúa con cierta asiduidad en otros puntos del país. Siempre es un placer escucharlo, no sólo en su labor como cantante, sino, en los últimos tiempos sobre todo, en su misión de docente. Pocos maestros de canto tan sensibles, conocedores, pacientes y amigables como él; pocos que aúnen, en proporciones tan ideales, la ciencia y el amor. Este año el CNDM le ha nombrado artista residente y por ello lo tenemos de nuevo entre nosotros, concretamente en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela.



Podremos admirar otra vez, en piezas no pensadas precisamente para su tipo vocal, su timbre de mezzo, oscuro y tornasolado, su honda expresividad, su soberana técnica de apoyo, su emisión franca pero sombreada, lo que le permite penetrar por derecho en el meollo de cada canción. En este recital combina, en arriesgada propuesta, el toque sutil, que no desconoce lo popular, de Britten a través de tres piezas de This Way to the Tomb (1945) y de una selección de sus Folk Songs -que tan bien se le dan al artista- con unas cuantas páginas schubertianas de alto valor, los Cantos del arpista en primer lugar, y lieder de la categoría inmarcesible de An dem Mond, Wandrers Nachtlied o Geheimes, en segundo. Como colofón interpretará tres canciones del compositor de cine Alberto Iglesias.