Cobra 0055

Sorprendente e ilusionante aparición en el mercado discográfico de este joven grupo constituido por diecisiete instrumentistas de distintas procedencias, la mayoría de ellos españoles. Ellos mismos, con el contrabajista José Andrés Reyes y el flautista André Cebrián a la cabeza, han realizado este arreglo de una sinfonía tan compleja, variada, colorista, de temática tan procelosa como la Quinta de Mahler tras la positiva experiencia obtenida con la Cuarta, estrenada en Santiago de Compostela en el verano de 2013. Hemos de decir que el trabajo de reducción es magnífico. De forma inesperada (casi) todas las voces parecen estar en su sitio y reconocemos las ideas motrices y la energía subyacente. No conocemos la versión realizada un poco antes por Klaus Simon, pero dudamos de que sea mejor.



Claro que para que hayamos tenido esa sensación y no echemos de menos de manera absoluta la versión original de la obra, hay que desplegar toda una panoplia de efectos tímbricos, calidades instrumentales, claridad de ejecución, impulso y planificación. Los tempi parecen adecuados, como el impuesto a la marcha que vertebra el primer movimiento. El centelleo del segundo, los furibundos acentos del Scherzo (con un trompa sensacional: Maciej Baranowski), las volutas del Adagietto (aquí poco edulcorado) y los fugati del Finale están formidablemente reproducidos; aunque, como es lógico, falte carne, substancia y consistencia en el edificio.