Un momento de la representación de La caída de la Casa Usher.

Uno de los acontecimientos escénicos de este año en Sevilla es el estreno de La caída de la Casa Usher, la ópera de Philip Glass (Baltimore, 1937) que vio la luz el 18 de mayo de 1988 en el American Repertory Theater de Cambridge (Massachusetts). Como se puede suponer está basada en el relato homónimo del escritor Edgar Allan Poe. Es un título raramente representado en la actualidad, aunque según las estadísticas ha sido durante años el más frecuentado del compositor, incluso por encima de obras como Einstein en la playa, Akenaton o Satyagraha.



La composición que va a presentarse el 26 de abril en el Teatro Central de la capital hispalense, que parte del libreto de Arthur Yorinks, incide, con variantes significativas, en las constantes creadoras del autor, apreciadas asimismo en obras posteriores, como la más reciente El americano perfecto, estrenada en el Teatro Real de Madrid en 2013. No hay que olvidar que Glass fue uno de los adalides, junto con Steve Reich o Terry Riley, del llamado movimiento minimalista, una de las consecuencias más directas del multifacético magisterio de John Cage. Su música, como la de sus compañeros de promoción, partió de presupuestos rítmicos y temáticos bastante simples y emparentó en cierto modo con la de un seguidor algo más joven, John Adams.Pero el tiempo ha pasado y ya nada es lo que era. Las propuestas armónicas y constructivas se han ampliado.



Las obras de Glass, trazadas con tiralíneas, asemejan gigantescos y fríos mecanos, construidos, apunta Dibelius, a partir de piezas coordinadas que conforman superficies sonoras intercambiables que adoptan el aspecto de un mosaico tanto sonoro como escénico, si a las óperas nos referimos."Poe sugiere mucho", manifiesta Glass, "pero no explicita nada. ¿Es la historia real o es una alucinación?" De aquí parte el músico para montar una obra ambigua en la que "el incesto, la homosexualidad, el asesinato y lo sobrenatural llenan el aire, o quizá sólo existan en la imaginación del público".



Caracteres que han de tener adecuada proyección en esta representación sevillana a cargo del Zahir Ensemble en la que cantan el barítono David Lagares, una voz importante que se va asentando poco a poco (Un visitante), el tenor Alain Damas, ligero y musical (Roderick Usher), la soprano Sachika Ito (Madeleine Usher), el bajo Javier Cuevas (Sirviente) y el tenor Francisco García (Médico). La escenografía viene firmada por Thierry Brühl. La dirección musical corre a cargo de Juan García Rodríguez, que estará al frente de la Orquesta Sinfónica Conjunta, un proyecto de la Universidad de Sevilla y del Conservatorio Manuel Castillo.