El director François-Xavier Roth, un ácido investigador

François-Xavier Roth, al frente de la Gürzenich de Colonia, una orquesta fundada en el siglo XV, llega al Auditorio Nacional de la mano de Ibermúsica. El versátil director acomete Le livre pour cordes de Boulez y el Concierto para orquesta de Bartók.

No nos consta que François-Xavier Roth (París, 1971) haya actuado alguna vez en Madrid. Sí lo hizo en Barcelona hace cuatro años al frente de la Sinfónica de la ciudad con el Requiem de Brahms en los atriles. El próximo jueves 8 se le podrá ver, dentro de la temporada de Ibermúsica, en el Auditorio Nacional al frente de la que es una de sus orquestas, la famosa y veterana Gürzenich de Colonia, de la que es titular y que no venía por aquí desde 2002, con su responsable de entonces, James Conlon.



Roth se ha destapado en los últimos años como un maestro capaz, versátil, dueño de una sólida técnica, ávido por descubrir nuevos territorios musicales, curioso impenitente. Posee una muy amplia formación, alimentada desde muy pronto pues su padre, Daniel, fue un considerado organista. Estudió luego en el Conservatorio de París la disciplina de flauta travesera y tuvo como maestros de dirección a Alain Marion y, sobre todo, a Janos Fürst. Su hermano, Vincent, es un reputado tañedor de viola. La solvencia de Roth ha ido manifestándose poco a poco a medida que aumentaban sus deseos de alumbrar nuevas formas y repertorios. Ganó en 2002 el Donatella Flick Conducting Competition y fue asistente de la Sinfónica de Londres -de la que ahora es principal director invitado- y de Sir John Eliot Gardiner. Poco a poco se ha ido instalando en algunos de los principales podios europeos -Filarmónica de Berlín, Concertgebouw, Bayerische Staatsoper, Bamberg, Stastoper de Berlín, Gotemburgo, Boston y un largo etcétera-. Su inquietud le abre continuamente caminos y así, aparte de atender sus obligaciones en Colonia, donde se ocupa también de la Ópera, se ha decidido a buscar nuevas emociones, como las que suponen la creación, en 2003, de una orquesta como la llamada Les Siècles, que se dedica a aplicar a cada repertorio y a cada época los instrumentos apropiados. En este terreno uno de sus mayores logros ha sido la grabación de la Consagración de la primavera de Stravinski.



Dentro de la música contemporánea ha establecido en estos últimos años, junto a la Gürzenich, una entente con el compositor Philippe Maunoury, a quien ha encargado tres obras. En 2009 fundó la Joven Orquesta Europea Hector Berlioz, que persigue la interpretación fidedigna del corpus sinfónico del autor de la Fantástica. Las pocas horas que le quedan, Roth las dedica al servicio de numerosos proyectos pedagógicos. Aunque la base fundamental de sus actuaciones se centra en Colonia y sobre todo en programar la temporada de la Gürzenich, una agrupación que tiene sus orígenes nada menos que en el siglo XV y que fue la que estrenó composiciones tan importantes en la historia de la música como el Doble concierto de Brahms, Till Eulenspiegel de Strauss y la Quinta sinfonía de Mahler. Además de los 50 conciertos de su temporada sinfónica, se aloja en el foso de la Ópera más de 160 veces al año.



Desprendimiento y rudeza

Orquesta y director anuncian en su actuación madrileña un atractivo programa encabezado por la segunda versión (1968) del Livre pour cordes de Boulez, una partitura en la que, según Martine Cadieu, escuchamos "desprendimiento, a veces rudeza, austeridad, que alternan con momentos flexibles, como vulnerables, efímeros, una cuasi improvisación". A su lado aparece el Concierto n° 4 de Beethoven, una maravillosa composición que últimamente se ha programado bastante en Madrid, hace bien poco en los dedos de Hélène Grimaud, y que en esta ocasión estará en los del joven británico Benjamin Gosvenor, un artista original, de rara electricidad, de nervioso temperamento. La sesión se completa con el estimulante Concierto para orquesta de Bartók, obra que resume toda una vida.