Arcángel. Foto: Silvia Sánchez
El cantaor onubense se alía con el coro Nuevas Voces Búlgaras en su último disco, Al este del cante, donde se adentra en la cultura polifónica de la Europa oriental y la hermana con el flamenco. Una combinación con la que homenajea a figuras como Morente, Camarón, Lole y Manuel, y García Lorca.
Pero fueron precisamente esas voces las que emitieron las señales inequívocas que le marcaron un camino para expresar lo que en el fondo era producto de una necesidad: "Cuando hablo del ‘este' me remito a una circunscripción geográfica, que es de donde proceden esas voces, aunque lo que he venido a encontrar en ellas es mi ‘norte', mi referencia, mi diálogo, mi forma de ver las cosas con total y absoluta libertad, pero una libertad sin arrogancia, marcada por el firme propósito de potenciar el hecho de que llevar a cabo lo que siento me hace más feliz cada día".
Los criterios que animan su actitud se resuelven en una especie de normativa ética cuando llegan a tomar carta de naturaleza y a formalizar argumentos sólidos para su propia existencia, en calidad de persona y de artista, que son elementos inseparables en el caso del inquieto cantaor de Huelva, siempre en estado perenne de búsqueda: "El principio básico de Al este del cante es que se puede llegar a la libertad por muchas vías, y creo que la más hermosa y auténtica es la del respeto. Sentirse libre no quiere decir que uno se crea superior o con un conocimiento inalcanzable para los demás. Todo lo contrario, es simplemente llegar a la conclusión de que lo que estás haciendo te satisface y que esta valoración debe prevalecer sobre las demás".
A modo de ejemplo, rinde honores, en forma de reconocimiento emocionado y versionando una serie de sus piezas representativas, a personajes que él considera como arquetipos de esa misma libertad: "Enrique Morente, Camarón, Lole y Manuel, y de manera más silenciosa, pero que finalmente es reconocido y recogido por los flamencos, Federico García Lorca. Para mí simbolizan esa libertad a la que me sumo: romper estructuras, pero no romperlas porque sí, sino por un convencimiento interior, por una exigencia no condicionada. Me niego a luchar contra nada ni contra nadie: lucho conmigo mismo, que ya es bastante, pero hay que sentirse libre y, a la vez, ser muy honesto, y tener claro que la búsqueda de los límites lleva implícito el sufrimiento y, al mismo tiempo, si se alcanza, una felicidad inmensa".
El poeta Luis García Montero, paisano de García Lorca y también paisano y amigo de Morente, ilustra Al este del cante con un texto sabio, lúcido en su conocimiento profundo de la música y el flamenco, que hace las veces de prólogo revelador para el universo sonoro de Arcángel: "Oírlo cantar acompañado de las Voces Búlgaras refuerza este sentido de lo remoto, la leyenda de unos sueños y de unos ecos que nos hacen seres de hoy mientras nos devuelven la emoción del existir humano a través de los siglos".
Para Arcángel un descubrimiento sorprendente fue también su primer encuentro con una forma de cantar nueva, la de esas voces venidas de lejanas tierras: "Más que un descubrimiento fue un deslumbramiento, un impacto que me ha marcado para siempre. Percibí una combinación extraña de sensaciones antagónicas que se iban acumulando y que me traspasaban. Era algo muy penetrante y agudo, entre júbilo y aflicción, entre lejanía y proximidad. Personalmente me interesa y conozco bien la polifonía, pero, en verdad, lo que ellas son capaces de hacer, ya no técnicamente con la voz sino con las armonías que generan, me abrieron las puertas de un mundo oculto que de pronto aparecía ante mí como una luz inédita y cegadora".