Image: El creacionismo sonoro de Afkham

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Música

El creacionismo sonoro de Afkham

21 septiembre, 2018 02:00

David Afkham. Foto: Gisela Schenker

El director alemán toma las riendas de la OCNE los dos próximos fines de semana. En el primero se adentra en La creación de Haydn y en el segundo estrena Los incensarios de Río-Pareja, aparte de abordar La consagración de la primavera.

La Orquesta Nacional abrió temporada con su director asociado al frente. Ahora toma sus riendas el titular, David Afkham. Ya sabemos que el joven maestro alemán es artista de talento, persuasivo e intenso, aún en plena formación, que nos ha ofrecido ya algunas interpretaciones magníficas -recordamos en particular las de El holandés errante de Wagner y Elektra de Strauss-, que siempre revela, tras su gesto claro y expansivo, convincente y fácil, un talento fuera de duda. Posee una rara capacidad para regular con facilidad las dinámicas y establecer un ritmo de base con la pericia de los maestros pertenecientes a su rica tradición. De la misma manera que ha heredado rasgos artísticos y la sobriedad definitoria de un maestro como Bernard Haitink, con el que ha trabajado.

A Afkham le espera en su primera escaramuza de la temporada -este viernes, mañana y pasado- nada menos que el oratorio La creación de Haydn, en el que deberá respetar el estilo, cantar y explayarse en las finas melodías, jugar sutilmente con las propuestas descriptivas, clarificar los contrapuntos corales, otorgar el aire danzable requerido a muchos fragmentos y dotar al conjunto de la grandeza bíblica solicitada sin caer en el tono grandilocuente que a veces se proporciona a unos pentagramas de sabor estrictamente clásico.

La música de Río-Pareja se sostiene en estructuras finamente labradas y tiene una sutileza exquisita

Esperemos que no se quede un poco en tierra de nadie, como le sucedió en la Pasión según San Mateo de Bach. El trío de solistas posee indudable solvencia: Genia Kühmeier, soprano lírico-ligera de fácil coloratura; Maximilan Schmitt, tenor, también lírico-ligero, de templada emisión; y Markus Werba, barítono bien timbrado, aunque para nuestro gusto no del todo consistente en una parte prevista para una voz más grave. Lo ideal es un bajo cantante.

El reto no es menor para el programa de la semana siguiente, que se abre con el primer estreno del curso, un encargo hecho a José Río-Pareja, Los incensarios, que sin duda nos podrá informar cumplidamente de las virtudes compositivas de este músico barcelonés nacido en 1973 y que posee una ya dilatada carrera internacional. Ha sido destinatario de varios premios nacionales e internacionales y ha hecho escuchar su música en numerosos países. En 2015 el CNDM programó sus Estrellas variables. Su música posee un muy sutil toque de exquisitez y trabaja sobre estructuras delicuescentes y finamente labradas. Uno de sus últimos logros es la ópera La paz perpetua, con libreto de Juan Mayorga, que ha nacido impulsada por una de las ayudas que concede a la nueva creación la Fundación BBVA.

El programa se completa con el Concierto n° 2 para violonchelo de Shostakovich, obra procelosa y llena de contrastes. Los juegos rítmicos del segundo y tercer movimientos, sendos Allegretos, cuajados de sonoridades hirientes, piden una extraordinaria prestación por parte del solista, que será una de las mejores especialistas actuales, Alisa Weilerstein. Y en Rusia nos quedamos para cerrar el programa con una composición de la talla de La consagración de la primavera de Stravinski, un miura de enorme dificultad de ejecución por su rítmica cambiante, su complejidad contrapuntística, sus abracadabrantes tensiones armónicas, su salvajismo. Confíamos en que tenga en la Nacional y en la batuta clarificadora de su titular los intérpretes idóneos. El concierto del domingo 30 albergará únicamente esta partitura, que inaugura la serie Descubre.