Joan Ribalta, Elena Copons, Toni Marsol y María Hinojosa en Je suis narcissiste. Foto: Estrella Melero

El Teatro Español, en colaboración con el Real y el Lliure, estrena la nueva ópera de Raquel García-Tomás, que sigue la tradición bufa de Rossini, Donizetti y Weill. Helena Tornero firma un libreto que arremete contra el individualismo actual y Marta Pazos, de Voadora, la colorista y cómica puesta en escena.

Loado sea Dios: estreno a la vista. De la mano del Teatro Español -donde se va a representar del 6 al 10 de marzo-, en coproducción de Òpera Butxaca i Nova Creació con el Teatro Real y Teatre Lliure, se abre la puerta a Je suis narcissiste, última creación de la sorprendente, imaginativa y prolífica barcelonesa Raquel García-Tomás (1984), premio Ojo Crítico en 2017, y alumna del Royal College de Londres, donde actualmente finaliza su tesis doctoral.



Es una creadora nata, pianista impúber y enseguida lanzada al descubrimiento de mundos nuevos en los que la música, hábilmente diseñada, fluidamente escrita, acaba por encontrar territorios inexplorados al combinarse fructíferamente con otras disciplinas, como la pintura, la danza, el mimo, el vídeoarte, en un totum nada revolutum sino sincronizado y construido en busca de una expresión plural y asequible. Hay mucha cita, mucho eclecticismo, pero la gracia es saberlo integrar. Ella tiene claro el objetivo: "Saber qué papel juega un material respecto al resto de lo que tienes en la obra. Yo no me cierro puertas, ni a nivel geográfico, al incorporar músicas de otras partes del mundo".



García-Tomás es una olfateadora de nuevos caminos y horizontes, que necesita experimentar, que se califica como persona muy lógica pero también muy visceral e intuitiva, una senda que la ha llevado al cultivo de efectos insólitos, de formas distintas, más o menos adaptadas de una tradición a la que pretende casi siempre dar la vuelta con un lenguaje sonoro que bebe en multitud de fuentes, del pasado y del presente y que en su ópera disPLACE, estrenada en los Teatros del Canal, también con la colaboración del Teatro Real, en 2017, nos revelaba sus modos y su franca manera de servir una acción a lo largo de una narración en la que los gestos eran determinantes.



García-Tomás es una olfateadora de nuevos caminos. Aparte de regirse por la lógica, es muy visceral e intuitiva

Toques populares



En su estilo abunda el recitativo dramático a veces soldado a un discurrir de apariencia melódica, que incorpora elementos del acervo popular bien sostenidos por un ropaje instrumental no exento de sutileza. Son factores que podíamos calibrar y en algún instante admirar en el tejido de aquella obra, que, a través de caminos en algún punto similares, se constituye en una suerte de antecedente de Je suis narcissiste. Esta última es, de todas formas, más ambiciosa y compleja, más colorista y, probablemente, más divertida. Al menos por los comentarios que la creadora y sus colaboradoras y coautoras, la libretista Helena Tornero y la directora de escena Marta Pazos, dan a entender.



La historia, como dice Carme Portaceli, directora artística del Teatro Español, "habla de cómo el individualismo exacerbado que nos ha metido en vena esta sociedad en la que vivimos lleva a relaciones totalmente superficiales, insatisfactorias en las que la esencia nunca está en crecer como seres humanos, sino en usarlas como contraste para el ego". Ese es el eje sobre el que se edifica un espectáculo que tiene pinta de ser muy divertido y que las tres artistas han elaborado con enorme cuidado, en una permanente y divertida comunicación, alimentándose y retroalimentándose entre sí.



Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, pone en conexión la obra con la tradición operística bufa en la que reinaron los Rossini, Donizetti, Verdi, Puccini, Weill o Rota. La acción gira en torno a Clotilde, una gestora cultural que acaba de enterrar a su gato y busca la ayuda de un psiquiatra, Giovanni. Ella inaugura un curioso desfile de personajes narcisistas entre los que se encuentran un artista mediático, un vanidoso y pedante iletrado, una blogger xenófoba, el novio de la protagonista, una artista conceptual, un gurú zen… En escena, un despacho, un diván, una butaca giratoria, mobiliario sencillo y elegante…



La partitura construye un discurso sobre la idea de un 'collage' que evoca el teatro musical, el 'ragtime', la ópera romántica...
García-Tomás confiesa habérselo pasado en grande componiendo la ópera en perfecto tacto de codos con sus dos colaboradoras. La creación fue avanzando imparable a lomos de una música que persigue acentuar la comicidad del libreto gracias al contraste y la sorpresa constante. "Propone elementos -explica la compositora- que faciliten una puesta en escena dinámica y flexible". Para ello, construye su discurso sobre la idea de collage, alternando multitud de materiales musicales de naturaleza estilística diferenciada y que funcionan, en muchas ocasiones, como pequeñas parodias. La música no sólo evoca de manera libre el pasado audiovisual y cinematográfico del Hollywood de antaño, sino que integra y transfigura otros géneros tales como el Teatro Musical (concretamente el de las décadas de los 40 y 60), el ragtime, la ópera romántica...



Es importante esta idea: la de la transformación de elementos de estilos conocidos a fin de que puedan integrarse en un nuevo lenguaje, que está, y eso es lo fundamental, completamente al servicio de la comedia. La miscelánea encuentra su coherencia en lo teatral, ya que cada leit motiv va asociado a los pequeños gestos, personajes o situaciones recurrentes que aparecen a lo largo de la función. Y ya sabemos que la creadora catalana es singularmente hábil para enlazar los elementos temáticos con sutiles giros o movimiento de la copiosa acción.



Para llevar a feliz puerto el proyecto se ha reunido un competente equipo gobernado desde el foso, en el que se sitúa un reducido grupo de instrumentistas, por el el siempre elegante y persuasivo Vinicius Kattah, que ya dirigiera disPLACE, en la que también estaba la excelente soprano lírico-ligera Elena Copons, Clotilde aquí. La acompaña el barítono, de tan sólidos recursos, Toni Marsol. Los distintos personajes de la historia se los reparten la eficiente y soleada soprano María Hinojosa y el tenor lírico-ligero Joan Ribalta. El espectáculo viajará al Lliure los días 12, 13 y 14 de abril. Cabe adevertir, porque no suele ser usual, que García-Tomás tiene la suerte de contar con el padrinazgo del Teatro Real en el espacio de dos años. Quizá podría haber dirigido la mirada hacia las propuestas de otros compositores.