Cecilia Lavilla Berganza, Montserrat Martí Caballé y Plácido Domingo Jr. tienen dos cosas en común: el canto y ser a su vez hijos de tres de las voces más grandes que ha dado España al mundo de la lírica. "Hijo/a de" es un complemento del nombre que a menudo resulta imposible obviar, y a lo largo de la historia esta circunstancia ha ejercido en unos casos como salvoconducto y en otros como una carga nada llevadera.
Ellos tres lo llevan a gala, y de hecho se hacen llamar 'los hijos de la ópera' en las contadas ocasiones en las que se han subido juntos a un escenario. Este domingo 28 de julio volverán a hacerlo en el Festival de Panticosa, en el entorno privilegiado del balneario ubicado en el Pirineo de Huesca, que convierte a la cita en una ocasión única para disfrutar de la música y la naturaleza a partes iguales.
"Las comparaciones son inevitables, pero en mi caso es un elogio para mí y un insulto para mi padre, que lleva 55 años de una carrera fabulosa como cantante, director de orquesta y administrador de casas de ópera", bromea Plácido Domingo Jr. "Si a pesar de ello alguien insiste en compararme con él, solo puede haber dos razones: la ignorancia o la mala uva. Yo nunca pretendí estar a su altura, yo canto distinto a él, aunque la gente me dice mucho que mi timbre de voz se parece mucho al suyo", afirma el artista, que estudió composición y dirección de orquesta en el conservatorio pero no se formó académicamente como cantante.
"Lo cierto es que nunca me he preguntado lo que significa ser 'hija de', nunca hasta que me lo empezaron a preguntar hace 24 años. Y mis respuestas han variado en el tiempo, y ahora siento que he estado respondiendo algo que yo nunca me he preguntado", señala por su parte Martí Caballé, que en numerosas ocasiones cantó a dúo con su madre, la gran Montserrat Caballé, fallecida el año pasado.
"Ser hija de Teresa Berganza tiene la gran ventaja de que conocí bien el mundo de la música desde pequeña y aprendí cómo funciona", señala Lavilla Berganza, hija también del pianista, compositor y acompañante Félix Lavilla, en quien más se apoyó a la hora de formarse como cantante. Después de estudiar diseño de interiores, teatro y baile, Cecilia se inició tardíamente como cantante —empezó a estudiar canto de manera profesional con 24 años— y hoy no solo se dedica profesionalmente a ello, sino que tiene su propia empresa de representación de músicos.
Reencuentro sobre las tablas
Este año la línea temática del Festival de Panticosa se centra en el cine, y por eso los tres cantantes han preparado un programa que transita a través de famosas bandas sonoras por la historia de la música desde Handel a Broadway, como anuncia el título del concierto. Les acompañarán la soprano Amanecer Sierra, el barítono Luis Santana —el ideólogo de esta unión de voces de los 'hijos de la ópera', que comenzó hace dos años con un concierto benéfico— y el pianista Antonio López, entre otras colaboraciones a lo largo del recital.
La variedad del programa permite que cada cual encuentre su sitio ideal: más lírico en el caso de Cecilia y Montserrat, y con más querencia hacia el musical y la música popular en el caso de Plácido. El primer bloque lo componen arias y dúos de ópera que aparecen en películas; el segundo, canciones de musicales; y el tercero, boleros, tangos y chanson francesa.
A pesar de que las dos estudiaron canto con la profesora Isabel Penagos, Montserrat y Cecilia no se conocieron personalmente hasta que surgió el proyecto 'Hijos de la ópera'. En cambio Cecilia y Plácido coincidieron muchas veces de pequeños durante los veranos, ya que aprovechaban las vacaciones del colegio para viajar con sus padres allá donde les llevaran sus agendas artísticas. "Viajé mucho con mi padre, sobre todo en Italia, y en los 70 estuve en Londres porque mi padre grabó una serie de discos en los famosos estudios Abbey Road", recuerda Plácido Domingo Jr. "Era un auténtico privilegio, no mucha gente tiene la oportunidad de vivir tan de cerca el mundo de la música. Recuerdo estar con cuatro o cinco años en la Arena de Verona viendo a mi padre cantar en Turandot. Por las noches, cuando los niños nos quedábamos dormidos, nos juntaban dos sillas y nos tapaban con una servilleta de tela mientras los mayores terminaban sus tertulias tras la cena".
Herencias y aprendizajes
Al igual que Plácido, Cecilia alude a la similitud entre su timbre de voz y el de su madre. "Cuando hacía dúos con ella había algunos momentos increíbles en los que los armónicos de nuestras voces se fundían en una sola. También me dice mucho la gente que me parezco físicamente y en la expresión".
Montserrat, por su parte, pone el acento en los rasgos del carácter: "De mi madre aprendí como profesional el respeto al compositor, la humildad y la entrega, y espero haber heredado también su generosidad y su bondad".
"Mi padre me dijo siempre que lo primero que tenía que hacer en la vida era ser feliz", señala Domingo Jr. "Y en cuanto a la música, interpretar y sentir lo que estás cantando, entender que cada palabra y cada frase tienen su peso. Eso es lo más importante, cuántos cantantes ha habido con voces minúsculas o menos agraciadas y que sin embargo lograron una manera de interpretar que los hizo únicos".