Florian Schneider, fundador de Kraftwerk, la banda alemana que comenzó la revolución de la música electrónica en la década de 1970, ha muerto en Berlín a los 73 años. Tenía cáncer pero solo lo sabía su entorno más cercano.
La banda fue una de las pioneras en el uso de tecnología electrónica para crear música de masas, preconizando la unión creativa del hombre y la máquina. Tras la Segunda Guerra Mundial, en la República Federal Alemana surgió una corriente de experimentación sonora, al principio en el ámbito de la música académica. También surgió una forma autóctona de música rock, a partir de la experimentación con sintetizadores, con largos desarrollos y ritmos hipnóticos y repetitivos, que fue bautizada como krautrock.
En aquel contexto propicio, Kraftwerk dio un paso más prescindiendo de los instrumentos tradicionales y lo apostó todo a las cajas de ritmos, los sintetizadores, los secuenciadores, las máquinas de efectos y las voces aliñadas con texturas robóticas. Un olfato para la innovación que estuvo siempre al servicio del ritmo y la melodía —algo que en el campo del arte sonoro, más sesudo, quedaba en un segundo plano—, y eso fue determinante para que Kraftwerk conectara con el público.
De aquel órdago surgieron en los siguientes años Autobahn, Radio-Aktivität, Trans Europa Express, Die Mensch-Maschine y Computerwelt, un puñado de discos que marcaron el devenir de la música popular y que se encuentran en el tronco principal de un árbol que fue extendiendo sus ramas en todas direcciones, desde el synth pop hasta el techno de Detroit, pasando por el hip hop de los años 80, que cambió los sampleos del funk y el soul por las cajas de ritmos sintéticos. Hoy, más allá de los subgéneros englobados dentro de la etiqueta "electrónica", la música hecha por medios electrónicos y computerizados se encuentra en todos los géneros y procesos de producción musical.
La banda nació en Düsseldorf de la mano de Schneider y Ralf Hütter, y el dúo pronto se convirtió en cuarteto, por el que han pasado una docena de músicos en distintas épocas. Schneider abandonó Kraftwerk en 2008, y a día de hoy el cuarteto lo componen Ralf Hütter, Fritz Hilpert, Henning Schmitz y Falk Grieffenhagen.
A partir de los años 90, la creatividad musical de Kraftwerk pareció llegar a su fin, y desde entonces la banda se ha dedicado a relanzar versiones remasterizadas, recopilatorios y nuevos arreglos de sus obras en consonancia con tendencias más actuales de la música electrónica, así como a girar por el mundo concentrando su inventiva en la puesta en escena y potenciando la relación de la música electrónica con el mundo del arte contemporáneo, actuando en museos como la Tate Gallery de Londres o el Guggenheim de Bilbao. En los últimos años, han centrado su atención en los efectos visuales 3D con un espectáculo —que en Madrid pudo verse por última vez en 2018 en el festival Noches del Botánico— en el que repasan su trayectoria mientras el público observa con gafas especiales su despliegue de polígonos y rayos fluorescentes, una estética que allá por los 70 invitaba a imaginar el futuro y que, medio siglo más tarde, supone un viaje a la nostalgia retro.