A todo programador musical la hecatombe vírica le ha provocado altas dosis de frustración. En el caso de Miguel Ángel Marín esta horrible sensación de ver caer el edificio armado a base de conciertos tan esforzadamente proyectados le produjo una frustración agravada. No en vano, acababa de estrenar auditorio y estaba ansioso de mostrar todo su potencial. “De hecho, sus verdaderas posibilidades se iban a poder apreciar a partir de esta temporada”, explica a El Cultural el máximo responsable de la música en la Fundación Juan March. Disponía de 24 metros cuadrados más en su escenario, lo que le iba permitir incluir en sus siempre jugosas variantes formaciones orquestales de mayor envergadura y despliegues de teatro musical más cercanos a la ópera. Pero el plan se fastidió en marzo.
Sin embargo, esta institución tenía una ventaja. En la aceleración digital que produjo el confinamiento ellos tenían mucho terreno ganado, ya que llevaban ya una década grabando sistemáticamente sus conciertos. Contaban con un poso fértil sobre el que lanzar propuestas virtuales en los meses de confinamiento. El streaming no era un misterio para ellos, por ejemplo. Y, precisamente, en este cauce digital para acercarse al público van a seguir insistiendo hasta enero, de momento.
Este miércoles, de hecho, arrancarán con la emisión en su nuevo canal (accesible desde su home) del primer concierto que se grabó en la fundación. Lo hizo Televisión Española y lo ofreció el pianista Joaquín Soriano en 1976, es decir, solo un año después de que la Juan March lanzara su propia oferta musical. Schubert, Haydn, Falla y Debussy, en atriles. “Los hemos elegido por varias razones. Primero porque a pesar de los años la versión suena fresca y ágil. También como reconocimiento a la labor docente de Joaquín Soriano, que ejerció como catedrático del Conservatorio Superior, después de haberse formado con Alfred Brendel. Si hoy es un momento dulce en la interpretación musical española, se debe a figuras como Soriano, que abonaron el terreno. Y, por último, por ese carácter simbólico que tiene este concierto para nosotros, al ser el primero en registrarse”.
En las próximas semanas sacarán a relucir más gemas de su archivo. Vídeos y audios de actuaciones que se presentarán bajo un nuevo prisma los sábados y domingos. Valdría esta metáfora para entenderlo: con el alimento conservado en la nevera se ofrecerán nuevas recetas. Marín ha comisariado menús de grabaciones bajo enfoques distintos a lo que se emplearon en origen. Buen ejemplo es el ciclo La huella de Bach, que incluye la interpretación de diversas Variaciones Goldberg por un puñado de intérpretes, lo que permite el contraste y el análisis comparado. “Es un tipo de concierto que físicamente sería muy complicado de ejecutar, porque requiere piano, clave, dos pianos a la vez, quinteto de viento y trío de cuerda”, explica Marín.
Aparte de esta recuperación de grabaciones, continúan los ciclos presenciales de los miércoles. A las 18.30 (nueva hora, adelantada) se celebrarán los conciertos con los músicos en el auditorio de la planta baja del edificio de la calle Castelló y se emitirán en el Canal March. Está previsto recuperar dos ciclos que se cancelaron la primavera pasada, el dedicado a la faceta camerística Corselli (elaborado en paralelo al estreno de la ópera Aquiles en Esciros en el Teatro Real) y Offenbach, compositor de zarzuela. Título este úlitmo muy llamativo, pero también muy justificado. “Las operetas de Offenbach fueron traducidas aquí como zarzuelas y tuvieron muchísima influencia. Esa traducción tenía mucho sentido puesto que, al igual que el singspiel, la opereta y la zarzuela tienen rasgos comunes: son géneros teatrales con tramas cómicas, temas populares y alternancia de partes habladas y cantadas”, señala Marín. Por otro lado, de nuevo cuño es Los Halffter, centrado en este linaje (Rodolfo, Ernesto y Cristóbal) de apellido tan germano pero que tan valiosa aportación ha hecho a la composición española. De Cristóbal, por cierto, se estrenará su último cuarteto, el Undécimo.
Será -la coyuntura sanitaria manda- un estreno virtual en ese nuevo canal en el que el equipo de la Juan March ha estado trabajando a fondo estos últimos meses. Cientos de horas etiquetando y relacionando contenidos para hacer de él una especie de Netflix de la cultura en español. La intención es que las búsquedas sean más precisas y que 'enrede' a los usuarios en fecundos itinerarios jalonados por disciplinas dispares y complementarias: arte, teatro, música, literatura, historia… Ojalá no vuelvan los confinamientos duros pero si, se dan, ya tendremos un pecio seguro al que aferrarnos.