“¡Viva el Real!”, exclamó este jueves al término de la presentación Joyce DiDonato (Kansas, 1969). Estaba flanqueada por Javier Camarena (a su derecha) y Jonas Kaufmann (a su izquierda). En uno de los pomposos salones del teatro madrileño. Se trataba de escenificar, con los tres juntos, el tour de force organizativo, logístico y, por supuesto, artístico que ha supuesto ensartarlos a los tres en su programación, a lo largo de tres días consecutivos. Gregorio Marañón y Joan Matabosch lo han logrado en medio de un desbarajuste (meteorológico) dentro de desastre (pandémico). Por eso las emociones se palpaban en el ambiente. Y por eso la mezzo norteamericana no ha podido contener ese grito que le salido desde muy dentro.
La noche del miércoles llegó incluso a aplaudir al público presente en el coliseo de la Plaza de Oriente, reconociéndole las complicaciones que suponía salir de casa en un contexto peligrosamente gélido como el que atraviesa la música, jugándose los huesos en cualquier placa de hielo. “Es curioso lo que está sucediendo en está época. Las veces que he tenido la oportunidad de cantar en salas medio vacías por las restricciones he notado sensaciones especiales porque se percibe la el deseo y la necesidad que esa gente tiene de estar unida y de escuchar música”, explicó DiDonato, que, tras su actuación, ha decidido quedarse en Madrid para estar en una foto tan estimulante en este periodo de teatros cerrados en buena parte del mundo. Acompañada por el pianista Craig Terry interpretó, mostrando su versatilidad, obras de Haydn, Mahler, Hasse, Haendel y Berlioz.
“Estoy totalmente de acuerdo con Joyce”, señaló Kaufmann (Múnich, 1969). “Todos estamos en el mismo barco. Es muy gratificante comprobar que en España las cosas se mueven a pesar de todo. Otros países están muy atrás en este aspecto, y es una pena. Por mucho que intentes ser tú mismo, cuando cantas sin gente, no es lo mismo. Pierdes incluso la seguridad en tus cualidades, no sabes si lo que haces está realmente llegando al corazón de la gente. Durante años, uno ha afinado el instinto para captar la atención y transportar sentimientos. Es es la única razón por la que hacemos música, de hecho”.
Al tenor muniqués, un ciclón de carisma y telegenia, le tocaba ayer saltar a la palestra. En principio, no debía explayarse en exceso, pero también le pudo la coyuntura y enunció un lamento por todos los compañeros que están sufriendo un parón destructivo en sus carreras. “A veces acabas llorando cuando lo piensas”, añadió. Ahora tiene muy claro la importancia de un aplauso, algo que, por momentos, “se convertía en una rutina. Ya siempre seremos muy conscientes de su relevancia y de cuánto los necesitamos”.
Dicho esto, volvió al silencio para conservar su garganta —que más de una incidencia le ha originado en los últimos años— a buen recaudo. Son, de hecho, 24 las canciones que tenía que encadenar, una sucesión ecléctica que “mezcla siglos, autores y estilos”. En el programa, para ser más concretos, comparecían Schubert, Beethoven, Mozart, Silcher, Mendelssohn, Schumann, Grieg, Bohm, Zemlinsky, Brahms, Dvorák, Chopin, Strauss, Chaikovski, Wolf y Mahler. Le acompañó el experimentado pianista Helmut Deutsch.
El guante lo recogió entonces Javier Camarena, el tenor mexicano, dominador de los agudos y acaparador de bises, como los que ha protagonizado en el Real en las últimas temporadas. Estará acompañado de la Sinfónica de Madrid, orquesta titular de un teatro que también ha elogiado por su resistencia ante el embate del virus. “El esfuerzo de España no tiene parangón, lo aplaudo y lo celebro”. Asimismo, ha reivindicado el futuro de la ópera: “Es un alimento del que no podemos prescindir. Ha quedado clarísimo en este tiempo”. El repertorio que tiene preparado para este viernes, traca final de esta semana grande en el Real, estará colmado de bel canto, como no podía ser de otra manera. Donizetti a gogó, más un poco de Gounoud (Romeo y Julieta) y otro poco de Rossini. “No faltarán notas agudas”, ha apostillado con una sonrisa alumbrándole el gesto.
Camarena también quiso animar a los cantantes jóvenes que lo están pasando mal en este ‘gran reset’. “Todo esto pasará. Tienen que mantener la esperanza”. Una esperanza que, en opinión de su colega Joyce DiDonato, “se mantiene viva gracias a la música”. La estadounidense ha remachado la presentación advirtiendo que hoy día “cada nota cuenta”.