La pandemia está obligando a trastocar multitud de planes. Así, la Orquesta Nacional, que ha programado, con las limitaciones exigidas, todas las sinfonías de Beethoven en el primer trimestre, ha debido alterar su programación de 2021, con lo que algunas de las obras mayores previstas, que exigían grandes contingentes, han sido pospuestas en beneficio de otras de menor tonelaje. Es el caso de la martilleante, sensual y repetitiva cantata Carmina Burana de Carl Orff, que ha quedado eliminada del concierto protagonizado por Santtu-Matias Rouvali. Éste dejó muy buen sabor de boca en su única actuación hasta ahora al frente del conjunto estatal.
Con toda justicia, porque el joven director finlandés maneja con soltura propia de un veterano una batuta firme y elegante, capaz de resaltar planos y de conceder a lo escrito relieves singulares. En vez de a la obra de Orff deberá enfrentarse este sábado 16 y el domingo 17 a otra bien distinta: la Sinfonía n.º 6 de Franz Schubert, una composición que marca, desde su estructura clásica, un nuevo modo de hacer del músico, un avance muy significativo de lo que sería años más tarde la Sinfonía n.º 9, La Grande. Previamente, Rouvali hará sonar los compases de una partitura poco conocida por estos lares: la suite sinfónica Rey Cristián II de Sibelius.