Este 1 de agosto cumplirá 80 años Jordi Savall, violagambista, director, musicólogo, estudioso, investigador, divulgador, organizador; entre otras muchas cosas. Su actividad, después de más de cinco décadas, continúa imparable, incansable, productiva y cada vez más enriquecida con nuevos descubrimientos y aportaciones. Se mueve en distintos campos instrumentales y aborda cualquier esquina del repertorio, desde la más antigua a la que inicia la época clásica con vistas a un temprano romanticismo, sin excluir por supuesto las que conectan con las músicas étnicas, folclóricas y tradicionales del más diverso signo. A ello se une, claro, una enorme dedicación investigadora, un gran olfato para localizar tesoros raros de toda época, un ritmo de trabajo imparable, una envidiable y permanente puesta a punto y una indudable pericia técnica
El músico catalán continúa manejando su viola de gamba y otros instrumentos de arco más antiguos —rabel, rebab, lira de arco, viella…— con suma habilidad, con impecable afinación —algo complicado en este tipo de artilugios—, con destreza en las agilidades, belleza tímbrica, acentos bien dispuestos y una elocuencia que eleva el lirismo y el valor danzable de cada pieza a considerable altura. Podemos apreciar siempre en él: buen gusto, equilibrio, claridad de voces, esmerada acentuación y un colorido variado y más bien oscuro. Todo muy animado y vivaz, vitalista. Tanto cuando se sienta en medio de su grupo, tañendo sus elocuentes instrumentos, como cuando se sitúa en frente para dirigir.
Savall tiene las cosas muy claras y sabe siempre qué caminos elegir para buscar la mayor autenticidad en su búsqueda de nuevos y promisorios tesoros de cualquier pasado y región del mundo. Son famosas sus definiciones, sus reveladoras aproximaciones, sus calificaciones. Posee un sentido infalible para escoger los estilos y los acentos a través de los timbres más idóneos y sabe como pocos situarse ante cualquier partitura o rastro de ella. Sin dar la espalda a la sensibilidad, a la conexión más íntima con las notas; y con el mundo circundante. Una actitud verdaderamente humanista. “Sin emoción no hay memoria, sin memoria no hay justicia, sin justicia no hay civilización”, dijo en cierta ocasión. Porque, eso lo afirma de continuo, “La música es lo único que ayuda a soportar el dolor”.
Y tiene clara la importancia de la ubicación geográfica, como revela esta otra declaración: "La música nos recuerda constantemente que todos los habitantes del Mediterráneo compartimos cultura. Somos diferentes, pero tenemos muchas cosas en común ... [la música antigua] es el tipo de música donde es más evidente que todas las orillas de nuestro mar hablan el mismo idioma". Un idioma universal.
Por supuesto, la actividad de este músico le ha llevado a crear diversos grupos, ensembles que se acoplan a los planteamientos que necesitan los distintos repertorios. Ahí están la Capeia Reial de Catalunya, Hespèrion XXI, Les Concerts de Nations… Por no hablar de sus actuaciones con grupos más reducidos o a solo. Entre sus colaboradores más asiduos están el inefable percusionista Pedro Estevan, Andrew Lawrence-King, arpa triple barroca italiana, y Xavier Díaz-Latorre, tiorba. Es un director singular, un auténtico olfateador y descubridor de pretéritas obras maestras en distintos campos y provenientes de todas las latitudes en interpretaciones asignadas a esas diversas formaciones que el artista viene gobernando desde hace muchos años. Posee en el podio un gesto claro aunque no variado y una palpitación de cierto nerviosismo. Por lo común sus versiones de músicas de Mozart, Haydn o Beethoven (de este ha grabado la integral sinfónica) son secas, de ataques fúlgidos, de fraseos breves, de dinámicas contrastadas.
Este verano Savall esta desplegando una insólita actividad, que alcanzará su máximo nivel en el primer festival que lleva su nombre a desarrollar, entre el 11 y el 15 e agosto, en el Real Monaterio de Santes Creus de Tarragona con un total de cinco conciertos en los que intervendrán Orpheus XXI (Oriente-Occidente, con músicos de distintas nacionalidades orientales), El Llibre Vermell de Montserrat (Capeia Reial), Septimino de Beethoven y obras de Schubert (Solistas del Concert des Nations), Folías y Romances y Les Goûts Réunis (Concert des Nations). Y previamente habrá ido de acá para allá en las semanas anteriores, desplegando buen parte de esas propuestas en distintos lugares de Francia, Austria, Alemania y España.