Pocas canciones para mostrar la dolorosa melancolía –cuando no la más abierta y descarnada tristeza– como las de James Taylor (Boston, 1948). El mítico cantautor surgido de las corrientes musicales de los años sesenta y setenta (décadas en las que empezó a actuar y grabar con su álbum homónimo de 1968 y con Sweet Baby James, de 1970, atiborrado de himnos como Country Road o Fire and Rain) y el genial virtuoso de la guitarra (anímense, enseña su técnica de bluesman por internet) abre hoy gira europea con su All-Star Band en el Auditorio Nacional. Tour que tendrá su prolongación en España en el Palau de la Música de Barcelona (martes, 20 de septiembre) y, dos días después, en el Palacio Euskalduna de Bilbao.
Templos sinfónicos
Pero esta vez no llegará tan desasistido como en 2015, solo con su guitarra y las canciones de su álbum Before This World sobre el escenario del Nuevo Apolo de Madrid. Ahora lo hace en templos sinfónicos y con el productor y guitarrista Mike Landau, el bajista Jimmy Johnson y el batería Steve Gadd.
Nombres que cambiarán la configuración del cartel al saltar al Reino Unido el próximo 7 de octubre, donde contará con la voz de su inseparable Arnold McCuller (aparición que vale el doble por estar ya retirado).
[James Taylor, fuego y lluvia]
Taylor, ganador de numerosos premios Grammy e integrante del acogedor y superpoblado Salón de la Fama del Rock and Roll, se amarrará al palo mayor de sus clásicos (no es fácil que deje al público español sin Carolina In My Mind, que comparte con su amiga Carole King) y dará rienda suelta al repertorio de American Standard, última entrega discográfica que recoge temas como Moon River, de Henry Mancini y Johnny Mercer, y God Bless The Child, de Billie Holliday y Arthur Herzog Jr.
Un clima espiritual
A juzgar por el público que lo visita no puede decirse que su repertorio haya tocado la fibra de las nuevas generaciones pero lo que es seguro es que quien lleva metido el ‘veneno’ de sus bellísimas composiciones no se perderá alguna de sus comparecencias.
Ese mismo respetable conoce el papel de James Taylor en la canción de autor, su lugar, como señala Alberto Manzano en su reciente Aleluya (Cúpula), en aquella “hornada de músicos cultos que irradiaba una luz claroscura, romántica y rebelde a la vez que reflejaba el clima espiritual de su generación en términos humanistas, donde primaba la expresión personal”.
A cántaros
En esa filosofía, Manzano destaca al músico que veremos en Madrid, a Carole King, Joni Mitchell, Jackson Browne, Leonard Cohen y Carly Simon (mujer de Taylor durante años). De seguir ese rastro en España, el de la verdad como experiencia, nos encontraremos los trabajos de coetáneos como Pablo Guerrero o Luis Pastor (con las variantes contestatarias del momento sociopolítico). “Dicen que la lluvia debe caer”, escribe James Taylor en Shower the People (1976), mientras que Guerrero ya había gritado en 1972 aquello de que “tiene que llover a cántaros”.
Inevitable la mirada al pasado con su larga trayectoria pero su incansable actividad lo convierten también en protagonista de la actualidad musical, como ocurrió este mes de agosto durante el homenaje a John Williams en el Tanglewood de Massachusetts junto al violonchelista Yo-Yo Ma y la Orquesta Sinfónica de Boston.