Hacía tiempo que la chisposa, animada, expresiva y conspicua mezzo italiana Cecilia Bartoli (Roma, 1966) no venía a España. Por eso hay que celebrar su regreso con escalas en Barcelona (Liceu, día 29), Madrid (Teatro Real, 1) y Valencia (Palau de les Arts, 3). Podrá de nuevo mostrar sus habilidades. El programa es de lo más variado, sustancioso y en algunos casos novedoso. Viene constituido por canciones, arias, sinfonías (léase oberturas) y conciertos escritos por importantes compositores de finales del XVII y principios-mediados del XVIII. Obras en algún caso poco o nada frecuentadas y, siempre, por lo que a lo vocal corresponde, de muy difícil ejecución.
Así tenemos, por ejemplo, de Nicola Porpora un aria de La festa de Imeneo, otra de Polifemo y una tercera de Adelaide. De Caldara, una de La muerte de Abel. Leo está representado por una página de Zenobia in Palmira. Hasse por otra de Marc'Antonio e Cleopatra. Aunque el mejor servido es Haendel a través de arias de Ariodante, Il trionfo del tempo e del disinganno, Giulio Cesare in Egitto, Teseo, Rinaldo y la Oda a Santa Cecilia. Algunas son auténticas rarezas. A ellas hay que sumar algunas piezas orquestales, como un Concierto para trompa de Johann Friedrich Fasch y un Concierto para flauta de Johann Joachim Quantz.
Para dar forma a todo ello y colaborrar con la voz se cuenta con Les Musiciens du Prince-Monaco, a cuyo frente se sitúa Gianluca Capuano. En algunas de las piezas interviene el bailarín y actor Nicolas Payan. Como vemos, todo un amplio muestrario para colaborar con la voz solista, que tan bien se acomoda a este tipo de músicas barrocas y preclásicas, auténticas joyas en su mayoría de la mejor ópera seria; piezas casi todas muy exigentes para cualquier garganta. También para la de Bartoli, por mucho que esté acostumbrada a estos retos y que haya cantado más de una vez algunas de las arias previstas.
Estamos ante una campeona del gorjeo, de la coloratura más intrincada, de las escaladas vocales más fastuosas...
Porque, en efecto, estamos ante una auténtica especialista como bien sabemos; una campeona del gorjeo, de la coloratura más intrincada, de los saltos di sbalzo más acentuados, de las escaladas vocales más fastuosas. Maneja con una soltura prodigiosa las claves del bel canto más puro. Hay en ella una sólida unión entre el duro trabajo, el talento y los medios vocales.
[Donna Leon y Cecilia Bartoli]
El timbre, oscuro y vibrante, es muy atractivo, sobre todo en el canto más spianato y tranquilo, en los trinos lentos, en los delicados sfumati. Aunque su caballo de batalla es su enorme capacidad para la pirotecnia vocal, para la volata, el trino rápido y las prodigiosas notas staccato, que emite con una facilidad insultante, bien que en ocasiones roce el amaneramiento y lo puramente mecánico. Pero su técnica puede con todo, también con algunas asperezas y limitaciones de tesitura.
En la época en la que nacen las piezas de este recital estaban cociéndose muchas de las pautas del más estricto belcantismo. Hay que partir de la base de que los papeles femeninos y algunos masculinos estaban destinados a voces de castrado considerando que, desde 1588, las mujeres tenían prohibido pisar las escenas públicas… Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y hoy nos solazamos con su canto en escena.