Luchar contra la soledad, personal y colectiva, y salir triunfante. Esto, que podría ser la sinopsis más breve y certera de lo que le ha pasado al mundo en los últimos tres años, es también lo que nos cuenta el productor y DJ británico Simon Green, alias Bonobo, en su séptimo álbum de larga duración, Fragments (editado por Ninja Tune, sello histórico con el que ha publicado casi desde sus comienzos).
Es un disco cocinado a fuego lento durante el repliegue pandémico y lanzado al mundo a principios de este año para poner banda sonora a la vuelta a la vida y a las pistas de baile. Entre ellas, la sala La Riviera de Madrid, donde actuará este martes, 6 de diciembre, y la Razzmatazz de Barcelona, donde lo hará un día después.
Bonobo es un pionero y gran exponente de ese trip hop que con el cambio de siglo se pertrechó de sonidos étnicos y orgánicos para poner de moda dentro del universo de la electrónica una música que evoca conexión con la naturaleza y con otras culturas.
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Se trata de música apta para el baile y para la introspección. Nos invita a viajar por las carreteras de la mente y del mundo, porque ella misma está concebida como una carretera en la que se van incorporando, adelantando, cruzando y desviando los distintos elementos rítmicos y melódicos que la construyen. Un espíritu que representa a la perfección el vídeo oficial de “Otomo”, uno de los mejores temas de Fragments, donde la contundencia y la emotividad se dan la mano.
Con cinco nominaciones a los Grammy (las dos últimas en 2021), el compositor e intérprete afincado en Los Ángeles lleva una década en la primera división internacional de la música electrónica. Incontables bolos y horas de vuelo a sus espaldas. Y eso consume mucha energía, acaba desgastando. Después de lanzar en 2017 su disco Migration, que alcanzó el número 1 en la lista de música de baile de Billboard y fue top ten en varios países, Green se embarcó en una extenuante gira de dos años que congregó a dos millones de personas. Al terminar, el agotamiento se sumó a una extraña sensación de que todo se desmoronaba con los graves incendios de California y con la pandemia.
Pero poco a poco, incluso en el encierro, fue encontrando de nuevo la inspiración, alimentada por sus aventuras en solitario en los desiertos californianos, su experimentación por primera vez con sintetizadores modulares y por la colaboración. De hecho, la mitad de las composiciones del disco están firmadas al alimón, con Jamila Woods, Joji, Kadhja Bonet, Jordan Rakei, O’Flynn y Miguel Atwood-Ferguson.
No hay muchas sorpresas en el viaje que nos propone Bonobo con Fragments. Es sencillamente Bonobo en su mejor versión, aunque con algunas novedades como una mayor presencia de voces corales, que aportan emotividad y épica, y un sonido más ácido y contundente en algunos pasajes.
Precisamente por considerarlo “poco original”, Pitchfork le dio un aprobado raspado al disco. En cambio, esto no fue óbice para que la revista NME le adjudicara una puntuación de 4/5 y para que The Guardian le diera su puntuación máxima: cinco estrellas. “Con menos disonancia y experimentación psicodélica que Jon Hopkins o Four Tet, Fragments puede ser demasiado cómodo para algunos, pero es un trabajo brillante y maravilloso”, sentenciaba el diario británico.
El público también ha acogido bien el disco. Varias de sus piezas acumulan ya varios millones de reproducciones en Spotify, y la plataforma situó "Rosewood", el primer adelanto del álbum, en el puesto número 3 de las mejores canciones electrónicas de 2021.
Uno de los momentos más destacados de la actual gira de Fragments ocurrió en mayo, durante una residencia de cinco noches seguidas en el Royal Albert Hall (algo inédito en el prestigioso escenario londinense). Después de su cuarta actuación, Bonobo y su banda conocieron por casualidad a la organista Anna Lapwood, que acudió al teatro para ensayar por la noche, como suele hacer, y le pidieron que colaborase con ellos en la actuación del día siguiente. Escribieron a la carrera una parte de órgano para ella, y dieciocho horas más tarde, este fue el estremecedor resultado:
Ni La Riviera ni la Razzmatazz poseen el monumental órgano del Royal Albert Hall. Veremos qué as esconde en la manga Bonobo para sorprender al público español.