Hace dos años y medio visitó el podio de la Orquesta Nacional el compositor y director inglés Thomas Adès. Estábamos en plena pandemia y actuó con mascarilla. Nos ofreció su estupendo Concierto para violín y nos brindó una mejorable Sinfonía nº 8 de Bee-thoven. Ahora, cuando acaba de cumplir 52 años, regresa los días 10, 11 y 12 para situarse de nuevo ante el conjunto estatal.
El programa no puede ser más apetitoso. Comienza con dos piezas suyas recientes: Tower, una fanfarria para 14 trompetas escrita para la inauguración de un edificio de Frank Gehry en Arlés, y Märchentänze, una movediza partitura danzable para violín y orquesta.
Luego, quizá lo más interesante, una suite sinfónica extraída de su ya célebre ópera The Exterminating Angel, basada en la película de Buñuel de 1962 y estrenada en el Festival de Salzburgo en 2017, y más tarde también en el Covent Garden de Londres, el Met de Nueva York y la Ópera Danesa.
Adès es un creador imaginativo de atmósferas que destaca por su flexibilidad y seguridad a la hora de plasmar colores
Buena ocasión pues para penetrar en el atmosférico universo de este singular e imaginativo creador, cuyas principales características fueron bien definidas por el musicólogo Ulrich Dibelius. Entre ellas, la flexibilidad y seguridad a la hora de plasmar colores. Es como si fuera un equilibrista del timbre a quien, cual un segundo Britten, las ideas musicales le llegaran como por arte de magia.
Con juvenil frescura y un sutil poder de convicción logra que su amor por las tinturas “desemboque en puentes comunicativos más familiares”. Se da en él, apuntamos por nuestra parte, una suerte de rara combinación entre la minuciosidad del orfebre y la libertad del amante de la naturaleza. Adès logra en su música atmósferas rarificadas de enorme atractivo tímbrico, que se valen por sí mismas para otorgar poder y energía internos a sus pentagramas, sin atender a otros parámetros de índole constructiva o melódica.
Aspectos que quedarán claros en este resumen sinfónico de la ópera compuesta sobre libreto de Tom Cairns en colaboración con el músico y que sigue al pie de la letra la peripecia cinematográfica. Como en la cinta, por la escena pululan casi dos decenas de personajes, lo que da pie a calificar la ópera como coral. Evidentemente, no se disimula lo que de surrealista tiene la historia.
El sabor de la tierra
El programa se completa, muy acertadamente, con dos composiciones de Leos Janácek, de quien, recordemos, se acaban de programar, en el espacio de unas semanas, dos producciones de su ópera Jenufa, una en Valencia y otra en Sevilla, acontecimiento del que nos hacíamos eco en estas páginas. La primera es Taras Bulba, una colorista suite de estilizado paisaje.
La segunda es la llamada Sinfonietta, una prodigiosa partitura llena del sabor de la tierra, de construcción impecable e inspirada en las fanfarrias de las bandas de pueblo. Se articula en cinco movimientos destinados a distintas combinaciones de instrumentos de viento. Verdaderamente espectacular.