Uno de los momentos más hermosos que nos ha dejado el talento de Bob Dylan ha sido en colaboración con Sam Peckinpah, en la grandiosa Pat Garret y Billy the Kid. Cuando los cálidos coros de Knockin’ on Heaven’s Door se ciernen sobre la abatida y tierna mirada que Katy Jurado (Mrs. Baker) dedica al ya herido de muerte Slim Pickens (sheriff Baker), apostado en la fría orilla de un río apagado por las nubes funerarias del atardecer que James Coburn (Pat Garret) observa sin un resquicio de esperanza.
Aquellos acordes y aquella secuencia, de cuyo melancólico mensaje existencial se cumplen ahora 50 años, han seguido acompañando al bardo de Duluth, que ha continuado petroleando canciones partiendo de las tres heridas del poeta (la del amor, la de la muerte, la de la vida) ante las mismísimas puertas del cielo.
Un resplandor feliz
Desde Time out of Mind (1997), título recién rescatado para el número 17 de sus Bootles Series con material inédito, no ha dejado de intentar cauterizarlas en cada una de sus entregas. Nos lo recuerda en Love Sick (“estoy caminando por calles que están muertas”), Can’t Wait (“los cielos son grises, estoy buscando cualquier cosa que traiga un resplandor feliz”) o Not Dark Yet (“todavía tengo las cicatrices que el sol no sanó”).
La vejez, la muerte, la nostalgia, el amor olvidado, protagonizan las nuevas letras de este primer cuarto del siglo XXI dylaniano, inaugurado con álbumes torrenciales como Love and Theft (2001), Modern Times (2005), Tempest (2012) y Rough and Rowdy Ways (2020). Quizá este último, el número 39 de su catálogo de estudio, sea el más genial de todos por estar construido sobre los frágiles cimientos de una pandemia, un gancho estructural que nadie esperaba pero con el que estampó el sello corportativo del aniquilamiento.
“Soy el enemigo de la vida sin sentido, no soy un falso profeta”, recita el Premio Nobel en False Prophet, una de las plegarias integrantes del álbum que da nombre a la gira europea que arranca este viernes 2 en Lisboa y que aterrizará en España los próximos 7 y 8 en las Noches del Botánico de Madrid. Además, hará escalas en Sevilla (10 y 11), Granada (13), Alicante (15), Huesca (17), San Sebastián (19 y 20), Logroño (21) y Barcelona (23 y 24).
Un fardo transparente
Aparca así su Never Ending Tour, nacido en 1988, para sustituirlo por esta nueva manera, “áspera y ruidosa” (quien lo iba a decir), de reenontrarse con exégetas y seguidores. Nunca antes había salido a la carretera con un fardo tan transparente. Además de la mencionada False Prophet, su setlist podría estar plagada de temas del nuevo álbum (dicho sea con todas las prevenciones).
Algunos de los temas son I Contain Multitudes (“voy justo donde todas las cosas perdidas se hacen bien otra vez”), Black Rider (“jinete negro, jinete negro, has estado viviendo demasiado duro”), Crossing The Rubicon (puro blues que alerta; “no hay felicidad ni alegría, vuelve a la alcantarilla y prueba tu suerte”), Key West (“McKinley, la muerte está en la pared”), Mother of Muses (“Madre de Musas, desata tu ira, cosas que no puedo ver están bloqueando mi camino”) y Goodbye Jimmy Reed (oración tributo al gran bluesman: “Adiós, Jimmy Reed, adiós y adiós, pensé que podía resistirme a ella, pero estaba tan equivocado”). ¿La muerte?
Músicos: del estudio al escenario
Fiel al momento, en esta gira Rough and Rowdy Ways estarán sobre el escenario algunos de los músicos que flanquearon a Dylan en las sesiones de grabación del disco homónimo. Podrían acompañarlo en la ruta que atravesará nuestro país el bajista Tony Garnier, Donnie Herron (fijo del Never Ending Tour al frente de violín, mandolina y pedal steel) y el guitarrista Bob Britt (que también participó en el ahora remozado Time Out of Mind).
Conociendo al personaje y su leyenda, la gira, que empezó en Milwaukee en febrero de 2021 y que acabará en Roma a finales de verano, será de todo menos un final, aunque, como dice la canción que inmortalizó junto Peckinpah, “esa fría nube esté bajando”. Incombustible y arisco ante el público, el creador de Blonde on Blonde buscará la forma de dar rienda suelta a su volcán interior, ya sea escribiendo o “filosofando” sobre cuestiones como la canción moderna.
Fiero e intrépido
“Ahora te falla el físico –pierdes vigor y hombría–, hay un vacío en el centro de ti. Le cantas un largo adiós a la grandeza, amontonas las cenizas de tu vida en un rincón. Aun así, sigues teniendo la certeza y la osadía de mirarle a la cara al final y seguir tirando con arrojo. Impávido y duro de roer, ni triste ni lúgubre, te yergues entero, molón, fiero e intrépido. Das por cerrada una vida acribillada, vas a por todas, resuelto y firme”, escribe sobre el malogrado Warren Zevon, quizá de sí mismo, en el libro publicado por Anagrama recientemente. Y si no escribe Dylan, se escribe sobre Dylan.
Cúpula anuncia un nuevo libro sacado de los archivos del Bob Dylan Center de Tulsa (Oklahoma). La edición llegará a las librerías estadounidenses en octubre. Bob Dylan: Mixing Up The Medicine lleva el prólogo de Sean Wilentz, autor también de Bob Dylan in America, y el epílogo del historiador Douglas Brinkley, responsable de una de las pocas entrevistas que el Nobel ha realizado desde que salió Rough and Rowdy Ways.
[Los 80 de Bob Dylan, de la A a la Z]
El pasado 24 de mayo, el de Duluth cumplía 82 años. España no es mal sitio para celebrarlos pero, ojo, no espere el público que haga concesiones. Para empezar, no se enfade el fan ilusionado si le prohíben grabar con el móvil (según anuncia la paciente promotora Riff) una sola nota o robarle alguna fotografía. Áspero, ya saben. Tampoco busquen un luminoso espectáculo, ni fuegos artificiales pero habrá arte mayor, excelencia y un alma enorme bajo su fingida antipatía.
Ira y resentimiento
Lo confirma en su Filosofía de la canción moderna: “A veces las canciones aparecen disfrazadas. Una canción de amor puede esconder otras muchas emociones, como la ira o el resentimiento. Las canciones pueden sonar alegres y contener un abismo de tristeza, y algunas de las canciones que suenan más tristes pueden albergar pozos de alegría en su interior”. Ténganlo en cuenta