Hace cinco años, el 16 de agosto de 2018, se apagó la vida de Aretha Franklin a causa de un cáncer de páncreas que padeció durante ocho años. Lo que no se apagó y nunca lo hará es su voz inmortal, registrada para siempre en nuestra memoria, en nuestros discos de vinilo y en nuestras playlists digitales. En la nube cibernética su presencia es abrumadora, y es posible traerla de nuevo a nuestro mundo con solo un par de clics.
Una de estas gloriosas experiencias, conmovedora hasta las lágrimas incluso para un ateo, es el visionado de Amazing Grace (disponible en Filmin). Esta película inédita hasta poco después de su muerte documenta la grabación de su álbum de góspel homónimo en una iglesia baptista de Los Ángeles en enero de 1972. Entonces ya era conocida como Lady Soul, y así la presentó ante los feligreses/espectadores el reverendo James Cleveland, estrella del género que ejerció de anfitrión y participó en el disco junto al Southern California Community Choir.
Franklin era ya una rutilante estrella. Había grabado más de veinte álbumes, ganado hasta entonces cinco Grammys y publicado once sencillos que alcanzaron el número 1 de manera consecutiva, entre ellos Respect, I Say A Little Prayer, Think y Spanish Harlem. Pero entonces decidió hacer algo especial, volvió la vista atrás y recuperó las canciones que cantaba de niña en Detroit, en la iglesia de su padre, el famoso reverendo y activista por los derechos civiles Clarence L. Franklin.
Con la sola fuerza de su voz, Aretha contribuyó a los cambios que harían posible la llegada del primer presidente negro de EE. UU.
El director elegido por Warner Bros. para registrar las dos sesiones de grabación fue Sydney Pollack, pero la película quedó en un cajón por problemas técnicos (dicen que no usó claqueta y eso dificultó la sincronización del sonido con la imagen). Casi medio siglo después, el productor Alan Elliott consiguió montar la película. "Su mera existencia es un milagro", declaró el crítico Richard Brody en su reseña para The New Yorker.
En la película vemos a una Aretha Franklin de 29 años que hace honor al título, en un estado de gracia sublime, infinitamente inspirada y en el punto álgido de sus facultades vocales. El público y el coro jalean, se echan las manos a la cabeza, ríen y lloran. Una mujer se levanta y se agita, presa de un arrebato. Al fondo, entre un mar de peinados afro, destacan la tez pálida y la melena dorada de Mick Jagger, que sonríe y sacude la cabeza. "Te parecerá estar viendo el rostro de Dios", afirmó la revista Rolling Stone acerca de este documento único, auténtica cápsula del tiempo. Amazing Grace, por cierto, sigue siendo el disco de góspel más vendido de la historia.
Los padres de Aretha descubrieron su innato y casi sobrenatural talento para la música cuando, siendo muy pequeña, aprendió a tocar el piano de oído. No podían haber elegido mejor nombre para su hija: Aretha viene del griego areté, que significa "virtud", "excelencia". A los nueve años empezó a cantar solos en la iglesia. Debido a la fama de su padre, conocido como "el hombre con la voz del millón de dólares" por sus emotivos y rentables sermones, Aretha conoció a estrellas de la música como Sam Cooke y Ray Charles, grandes fuentes de inspiración para ella.
Pero Franklin tuvo una infancia difícil. Sus padres se separaron y su madre murió cuando ella tenía diez años. Además fue precoz en todo, para bien y para mal. Poco antes de cumplir los trece, tuvo a su primer hijo, Clarence, y a los catorce tuvo al segundo, Eddie (llegaría a tener cuatro, que hoy siguen peleándose en los tribunales por su herencia). Cuando tuvo al primero, el reverendo Franklin permitió que dejara el colegio, pero no para cuidar del bebé, del que se haría cargo su abuela, sino para que lo acompañara de gira y cantase en sus servicios religiosos. Su padre fue también su primer mánager y consiguió que Aretha grabara algunos sencillos. Con 18 años fichó por Columbia, pero no tuvo mucho éxito comercial, y seis años después firmó con Atlantic, donde consiguió alcanzar el estrellato.
La más grande
Ganó 18 Grammys y vendió 75 millones de discos. Fue la primera mujer en el Salón de la Fama del Rock and Roll y fue condecorada por Bill Clinton y George W. Bush.
Aunque su carrera musical iba viento en popa, la vida personal de Aretha estaba llena de sombras. Además de sus dos embarazos precoces y las tragedias familiares, sufrió el maltrato de su primer marido y mánager Ted White, y recurrió a la bebida para soportarlo. Problemas que nunca admitió en público y que omitió en su autobiografía, From These Roots, a cargo del escritor fantasma David Ritz, que quedó decepcionado pero consiguió su permiso para hacer una biografía más sincera, Respect, de la que ella renegó. En cualquier caso, el dolor y los traumas de la vida personal de Aretha Franklin ejercieron como combustible de su desbordante talento musical.
A lo largo de su carrera, Franklin cantó por los derechos civiles, por la emancipación de los afroamericanos y de las mujeres, infundiendo valor y esperanza a los oprimidos. Participó en numerosas iniciativas benéficas y en 1968 actuó en el funeral de Martin Luther King, que era amigo de su padre. Con la sola fuerza de su voz, Aretha contribuyó a los profundos cambios sociales que harían posible la llegada a la Casa Blanca del primer presidente negro en la historia de Estados Unidos. De modo que era la candidata perfecta para entonar, aquel día de 2009 en que Barack Obama fue investido, la patriótica My Country, 'Tis of Thee'. Tenía motivos para sentirse orgullosa de su país y cantar aquella "dulce canción de libertad". Ella reconoció que apenas pudo dormir de la emoción los días previos a la ceremonia: "He tenido muchos, muchos honores, pero ninguno se compara con aquel. Algo así solo puede pasar una vez en la historia". Del trágico asesinato de King a la investidura de Obama, un viaje a la libertad con la banda sonora de Lady Soul.