“Visto de negro por los pobres y derrotados”. ¿Qué ideología tenía Johnny Cash, el “rey de la música country”. El compositor de Man in Black fue un artista político pero lo reivindican ambos lados ideológicos. Lo que no cabe duda es que Cash, que pasó su infancia en Dyess (Arkansas), un pueblo surgido del New Deal, siempre tuvo una gran sensibilidad hacia los más desfavorecidos, hacia todos aquellos que vivían en “el desesperado y hambriento lado de la ciudad”.
Michael Stewart Foley, especialista en el cantante estadounidense, que ahora publica en Liburuak Ciudadano Cash, lo califica de “empatía política” pero en su figura, en su capacidad para conectar con todo un país, hay algo más. Su foco sobre lo que “nos enorgullece” (Bruce Springsteen) atraviesa toda su producción. Foley busca su conciencia social y su reflejo en sus canciones. También en su show televisivo: “La manifiesta y constante empatía de Cash arraigada en su solidaridad con los más pobres hizo que ninguno de sus acérrimos seguidores se sorprendiera de que el cantante se adentrara en estos temas en su programa de televisión”.
Pese a sus coqueteos religiosos y algunas presencias en desfiles y otros eventos cercanos al poder, el mito que rodea a Johnny Cash nunca dejó de tener fundamento
Stewart contextualiza la conciencia del Hombre de Negro en su particular revolución creativa. “Cash y el resto de los artistas de Sun Records irrumpieron en la cultura popular a mediados de los cincuenta y robaron el corazón de los hijos de la clase media estadounidense. Exactamente en el mismo momento en que novelas como El hombre del traje gris (1955), de Sloan Wilson, o el libro de no ficción El hombre Organización (1956), del sociólogo William H. Whyte, reflejaban el temor a la alienación del bienestar de la clase media tras la guerra y alertaban de la asfixiante cultura del conformismo. Elvis y Cash, así como Carl Perkins, Jerry Lee Lewis y Roy Orbison, todos ellos de clase trabajadora, trazaron un camino muy distinto”.
Su sensibilidad social estuvo orientada al sector blanco de la sociedad. ¿Cómo se movió en una época donde el racismo estaba a la orden del día? “Aunque con el tiempo Cash llegaría a ser un destacado defensor público de la igualdad entre blancos y negros, su bagaje incluía algunos pasajes racistas”, matiza Stewart. “Las pruebas más incriminatorias se encuentran en las cartas que escribió desde Landsberg, cuando aún era muy joven”. En algún momento entre 1960 y 1962, Cash, según el autor, vio la luz: “Dedicó casi un disco entero a documentar la crueldad del racismo, una elección deliberada que nunca comentó en público”.
Los indios, las voces de los pueblos indígenas, también llegaron a sus oídos. “A medida que descubría las condiciones de vida de los sureños negros -dice Stewart- gracias a Gus Cannon y las grabaciones de campo de Alan Lomax, el cantante de folk Peter La Farge le iba poniendo al tanto de las penurias de los pueblos indígenas”. En los años 70, afirma Stewart, los nativos consideraban a Cash un aliado, cuando no directamente uno de los suyos. “También se sentía vinculado a los vaqueros y a aquellos que vivían al margen de la ley o que se habían visto atrapados en un riguroso sistema penal. Pero tuyo que grabar un par de discos en directo para convertirse en una superestrella antes de hacer llegar estos mensajes a las masas”.
Las prisiones fueron uno de sus objetivos de cura y redención. Tras el éxito de At Fosom Prison y At San Quentin los comentarios de Cash sobre la reforma penitenciaria fueron, siempre según Stewart, más y más habituales en su programa de televisión: “El renovado compromiso de Cash con sus creencias y su firme voluntad de ser la voz de los pobres y los desamparados tenía mucho que ver con sus sinceras pero contundentes declaraciones a favor de los convictos del país”.
Pese a sus coqueteos religiosos y algunas presencias en desfiles y otros eventos cercanos al poder, el mito que rodea a Cash nunca dejó de tener fundamento. “No dejó de ocuparse de los marginados, los necesitados, los abanderados y los ignorados. Siguió actuando en prisiones para que los convictos supieran que “alguien se preocupaba por ellos”, motivado además por su fe, como confesó a los internos de la prisión de Soledad (California) durante un concierto”.
Tras su muerte en 2003, Kris Kristofferson declaró: “Representaba muchas cosas importantes para mí, como la libertad. Estaba siempre dispuesto a echar una mano y ayudar a las personas que no tenían a nadie con quien contar. Para mí no representa en absoluto el peligro, sino la integridad”.
[Johnny Cash, negro sobre blanco]
En Johnny Cash. La vida en letras, publicado con mimo por Kultrum, con textos de su hijo John Carter Cash (también vástago de la gran June Carter), Mark Stielper señala: “Con una vida rebosante de logros increíbles y de catástrofes devastadoras, Cash fue un cronista incisivo, a la vez que protagonista, de dicha experiencia en todas sus incontables facetas. A lo largo de su existencia heroica, elaboró un canon artístico soberbio, un conocimiento que veneraba la fe, celebraba el amor, loaba la compasión y honraba el pasado sin dejarse cegar por él”.