Resonantes sueños en mi cabeza
El compositor, Premio Nacional de Música (2001), rememora su trayectoria durante estos 25 años y presagia un futuro esperanzador para directores e intérpretes.
Una escucha retrospectiva a 25 años de resonantes sueños en mi cabeza me conduce a la sonoridad de una ópera, la primera estrenada, aunque no la primera escrita. A finales de 1998 completaba la partitura de mi ópera de cámara De Amore - Una maschera di cenere, encargo de la ciudad de Múnich, en coproducción con Muziektheater Transparant, De Singel Amberes, Nederlandse Reisopera y el Teatro de la Zarzuela.
Peter Ruzicka, director de la Biennale de Múnich, había conocido mi música como miembro del jurado de los Premios Rolf Liebermann de la Fundación Körber, que me otorgó su Opera Preis. Ruzicka escuchó una grabación de mis Tenebrae Responsoria, con el cantaor Enrique Morente y el Klangforum de Viena, bajo mi dirección, y en una cena en Hamburgo me confesó que esta música, junto al descubrimiento de la obra de Lachenmann, había sido el mayor impacto sonoro de su vida.
Allí nacía el encargo de una ópera que ya contenía todos los ingredientes de lo que hoy se conoce como flamenco espectral o alter flamenco. La presencia de nuestros compositores en la Biennale de Múnich, afortunadamente, ya no es una novedad ni una excepción.
El nivel de nuestros directores e intérpretes y su interés por la
nueva música ha crecido de manera formidable
En mayo de 2006 se estrenaba en el Teatro Real mi Dulcinea, una ópera para niños encargo de la Fundación Teatro Real en coproducción con el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, Ópera de Bilbao, Teatro de la Maestranza de Sevilla, Fundación Ópera de Oviedo, Palau de les Arts de Valencia y Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. 24.000 niños asistieron a las representaciones pedagógicas.
En junio de 2009 recibí una carta de Gerard Mortier desde la Ópera de París, invitándome a reunirnos en Madrid. Mi editorial en Viena ya me había informado de que, tras aceptar su posición en el Teatro Real, Mortier tenía la intención de encargarme una obra sobre un texto de Lorca. El estreno de El público en febrero de 2015 es bien conocido entre los aficionados a la ópera.
Iba a ser La Monnaie de Bruselas, donde Mortier dio en los 80 los primeros pasos de su gran revolución, el teatro que en 2018 me encargase la obra que desde hacía casi 30 años sonaba en mi cabeza: Bruno. El estreno de la partitura, sobre textos de Giordano Bruno con la colaboración de Massimo Cacciari, se había fijado para 2021.
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La dirección de La Monnaie tuvo sin embargo que cancelarlo debido a la pandemia y Bruno sigue aún esperando fecha para que se encienda la llama de la hoguera con la que arranca la acción. Actualmente un nuevo gran proyecto operístico ocupa la mayor parte de mi tiempo y mis esfuerzos compositivos.
Asimismo, en estos 25 años han nacido conciertos para solistas como Juan Manuel Cañizares, Patricia Kopatchinskaja, Tabea Zimmermann o Nicolas Hodges y una suerte de pastoral con Stefan Dohr como solista está en camino.
Hoy observo feliz como la presencia de nuestras compositoras y compositores se va incrementando en la programación de las salas y teatros europeos. El nivel de nuestros directores e intérpretes y su interés por la nueva música ha crecido de manera formidable en los últimos años. Las instituciones musicales y festivales
en España apuestan ya por la nueva creación. Esperanza.
Mauricio Sotelo (Madrid, 1961) es compositor. Ha recibido el Premio Reina Sofía de Composición Musical en 2000 y el Premio Nacional de Música en 2001. Entre sus obras, destacan De Amore (1998), Si después de morir... (2000), El público (2014) y Bruno (2021).