En una temporada plagada de programas muy atractivos, tanto por su contenido como por su interés didáctico o por su novedad, destaca el que va a ofrecer para Ibermúsica, en el concierto de 6 de febrero en el Auditorio Nacional, la histórica Academy of St Martin in the Fields, tantos años bajo el mando de sir Neville Marriner, un músico excelente que dejó su impronta en la agrupación, que sigue manteniendo sus características principales dentro de los conjuntos camerísticos: afinación, conjunción, transparencia, elocuencia fraseológica y brillo tímbrico.
Más de una vez se ha presentado, desligado ya de ella sir Neville, sin director, apoyándose únicamente en el concertino del momento, como Iona Brown, violinista de clase, que murió en 2004. Hoy la tenemos conducida por otra instrumentista de
excepción, Julia Fischer, que ya nos ha visitado con la agrupación hace unas temporadas. En este caso se nos ofrecerá una selección de obras enjundiosas y variadas situadas entre un clasicismo pleno con vistas al inmediato
romanticismo y un postromanticismo crepuscular asomado a los nuevos descubrimientos de la música moderna.
En este último estadio se sitúa la composición que cierra el concierto: Noche transfigurada, de Schoenberg, estrenada en 1902 como sexteto de cuerda y más tarde transcrita para conjunto más amplio. Obra esencial cara a las nuevas tendencias, basada en un poema de Richard Dehmel, cuenta el encuentro nocturno de un hombre y una mujer. Ella le confiesa que está embarazada de otro. A lo largo de tres encendidas secciones se experimentan los respectivos estados de ánimo y reacciones. Fue dedicada por el compositor a Mathilde von Zemlinsky, hermana del maestro de Schoenberg, el también compositor Alexander von Zemlinsky.
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Antes de esta partitura magistral de juventud se escucharán en esta sesión madrileña tres obras muy hermosas, que en cierta medida pueden considerarse antecedentes: las dos Romanzas para violín y orquesta de Beethoven y la refrescante y luminosa, íntima y comunicativa, Sinfonía nº 5 de Schubert. Al frente de todo, como se ha dicho, la gentil Julia Fischer, ganadora en 1995 del concurso internacional Yehudi Menuhin. Se cuenta que el jurado quedó impresionado por su sonido, no potente, pero sí puro; su línea expositiva, de rara rotundidad en instrumentista tan joven; su fraseo, tan bien cincelado; su técnica, aparentemente fácil, pero obtenida a base de duro trabajo con su profesora Ana Chumachenco.
Se nos antoja la intérprete ideal para extraer de las dos obras beethovenianas toda su cadenciosidad, su esbeltez de tiralíneas y su melodismo, tan contagioso. El arco de Fischer puede hacer maravillas en la delineación de las amplias frases y penetrar, con los de sus compañeros, en los intríngulis insondables de la nocturna composición schoenbergiana; y, antes, exponer con la gracia y acentuación necesarias, la cristalina composición schubertiana.