Refree, productor de Rosalía y Sílvia Pérez Cruz: "Me he liberado del formato canción"
'El espacio entre', su nueva entrega discográfica, protagonizará su actuación en el FIAS de la Comunidad de Madrid junto a Núria Andorrà.
7 marzo, 2024 02:08Rosalía, Sílvia Pérez Cruz, Rocío Márquez, Niño de Elche, C. Tangana, Christina Rosenvinge… Son solo algunos de los artistas que han crecido y abierto nuevas vías expresivas en contacto con Raül Fernández Miró, Refree (Barcelona, 1976), uno de los productores más fecundos, más originales y más arriesgados de nuestro país en las últimas dos décadas. Para él, producir es un acto íntimo de comunión: “como tocar a dúo”.
Pero también hay momentos en los que necesita encauzar sus ideas como ‘solista’. El espacio entre, que presenta en el FIAS el jueves 7, es su último disco, otro hito en sus jugosas experimentaciones sonoras.
Pregunta. El álbum nació de la ‘confluencia’ de dos bandas sonoras de su cosecha: para La aldea maldita, de Florián Rey, y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta. ¿Cómo surgió esa idea de hacer un álbum?
Respuesta. Fueron dos trabajos muy cercanos en el tiempo y me pareció que tenían muchas similitudes: no en lo tímbrico pero sí en lo emocional: ambas tratan sobre hechos que obligan a cambiar de vida de un día para otro.
“Hacer 'Los ángeles' con Rosalía fue muy sincero: nos juntamos casi sin querer, por amor a la música”
P. La otra mitad fue un punto de inflexión en su carrera, hacia un territorio más experimental e instrumental. ¿El espacio entre es un paso más allá en esa dirección?
R. Es posible. En estos dos discos siento que me liberé de la obligación de mantener el formato canción (aunque siempre lo tengo muy presente) y abrazar la experimentación instrumental de una forma más explícita. Tanto uno como el otro son un reflejo de este momento vital en que me siento especialmente libre.
P. Hace un atractivo juego sonoro con El lamento de la ninfa de Monteverdi. ¿Qué criterios e intenciones lo guiaron?
R. Isaki Lacuesta quería que El lamento de la ninfa formara parte de la banda sonora de la película y yo pensé que era una muy buena oportunidad para recomponerla a partir de grabar la partitura original y desfragmentarla. Y una vez me puse a trabajar en ello nada fue especialmente pensado de antemano, al final lo que quedó es una respuesta muy epidérmica a la composición de Monteverdi, que es maravillosa.
P. La radio en la cocina, con sus interferencias incluidas, es una imagen que remite a una realidad cotidiana de muchos hogares. ¿Quería hacerle un guiño a este medio, que ha paliado tantas soledades?
R. Esta pieza empezó un día en que jugando con una radio, distorsionándola a través de las pastillas de una guitarra eléctrica, tuve una sensación muy familiar (y creo que por eso la grabé). Con el tiempo me di cuenta de que esa sensación se basaba en el recuerdo de la cocina de mi abuela, donde siempre estaba la radio encendida, aunque nadie la escuchara. Formaba parte del ambiente de la habitación, como el ruido de la nevera o las gotas de agua del grifo mal cerrado.
P. ¿Qué le empuja a quitarse el traje de productor para grabar su propia música?
R. El deseo de que se pueda escuchar lo que tengo en la cabeza y también el de seguir dibujando una carrera. Pero a veces todo esto no es suficiente, me cuesta encontrar los momentos para hacerlo y necesito un empujón mayor que casi siempre me da la familia y los amigos con sus preguntas, y también Chris Eckman, del sello Glitterbeat.
P. ¿El espacio entre es un título que alude precisamente al hueco que le queda entre sus producciones para cultivar su universo más íntimo?
R. Es una de las razones por las que me gustaba este título. También por el espacio entre un acto y el siguiente, entre una nota y la siguiente, no le damos importancia y al final esto, el espacio, es lo que nos define.
P. ¿Cuáles son los rasgos esenciales que debe tener un buen productor?
R. Supongo que acompañar, pensar en lo propio como un acompañamiento para que el otro pueda sacar lo mejor de sí mismo. Producir no es tan distinto de tocar a dúo.
P. No es un productor que se conforme con grabar un disco, aspira además a abrir a los artistas con los que trabaja un camino para el futuro. ¿Cree que figuras como Rosalía, con la que hizo Los ángeles en 2017, perseveró en el horizonte que se abrió frente a ella cuando trabajaron juntos?
R. Se ve el trabajo del productor como una energía unidireccional, como si el productor diera al artista su conocimiento y así poder hacer el disco. Pero, al menos para mí, es un trabajo totalmente bidireccional, yo no sería quien soy (musical y personalmente) si no hubiera tenido la suerte de trabajar con los artistas que he trabajado. Con Rosalía fue muy especial y muy sincero: nos juntamos casi sin querer, porque los dos sentíamos un amor muy fuerte por la música y teníamos ganas de contárselo al otro, y esto nos llevó hasta Los ángeles, un disco del que me siento muy orgulloso y que creo que refleja eso, dos personas que se emocionan tocando juntos.
[¿Qué significa el 22:22 que aparece en 'Tuya' de Rosalía?]
P. ¿Qué tal convive con el trap y derivados? ¿Qué le atrae de estos movimientos y qué le produce rechazo?
R. No siento rechazo por nada. Como en todos los estilos, hay artistas que me gustan y otros que menos. Artistas que me parecen únicos y otros menos. A mí, en general, lo que me emociona es ver a un artista personal, que hace algo por pura necesidad y lo hace de una manera que solo lo puede hacer esa persona. Me da igual si lo hace mejor o peor, si toca o canta bien o mal, lo importante es que es único, eso es lo más importante.