El compositor Tomás Marco saca los colores al mito de Don Juan con su ópera 'Tenorio' en el Teatro Real
La Agrupación Señor Serrano lleva al escenario una obra cuyo libreto se inspira en Zorrilla, pero también en Tirso de Molina, Molière o Lord Byron.
13 mayo, 2024 02:21El Teatro Real se embarca, a partir de este lunes, en la revisión de una nueva ópera española, Tenorio, de Tomás Marco, un proyecto que se presentó al programa de ayudas de la Fundación BBVA, fruto de un encargo del X Estío Musical Burgalés de 2009 y de su director, el maestro Rafael Frühbeck de Burgos.
La crisis económica impidió su estreno, que se produjo en versión concertante en el Auditorio de San Lorenzo de El Escorial en 2017 gracias a la diligencia de Santiago Serrate, elegido en aquella ocasión para dar forma al proyecto.
Las fuentes de las que ha bebido Marco, que es el autor de su propio libreto, parten de Zorrilla pero aparecen combinadas con otras derivadas de diversos textos teatrales o poéticos basados en el personaje de Don Juan: Tirso, Molière, Byron, Sor Juana Inés de la Cruz y Da Ponte, libretista de la ópera de Mozart sobre el caballero, que manejó asimismo mucho de lo recogido por alguno de aquellos y de otros autores.
Tomás Marco sabe ordenar con disciplina algunos de los rasgos que han alimentado sus aventuras líricas
Lo que lleva a desarrollar un tratamiento donde la representación teatral se inserta en una reflexión más general sobre el mito. Un juego inteligente a los que tan aficionado es el compositor.
La partitura ha sido revisada para este estreno con escena y se proyecta ahora para una orquesta que pasa de diez elementos a 22, una ampliación significativa que se extiende asimismo al equipo vocal, compuesto ahora de diez cantores, lo que otorga un ropaje de mayor envergadura a la partitura y la engrandece.
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En ella se hace un acusado empleo de los ostinati, los glissandi, los temas cantabile reconocibles y se manejan con suma habilidad delgadas líneas melódicas de signo muy climático, se recuerda el mundo madrigalesco y se llama al espíritu de nuestro Siglo de Oro.
Marco, como es costumbre en él, sabe ordenar con disciplina, con fácil inspiración, algunos de los rasgos que han alimentado sus aventuras líricas y es capaz de construir conjuntos de cierta complejidad contrapuntística en los que conviven y se alternan varias líneas vocales e instrumentales.
Los ritmos son directos, sencillos, con frecuente presencia del compás ternario. Y hay un espíritu danzable, consonancias, estratégicas disonancias y un uso pautado de la modalidad.
El pequeño coro de madrigalistas es empleado a conciencia en misiones narrativas, unas veces íntegro y otras fraccionado y, cosa curiosa, representa con frecuencia a personajes concretos.
Todo ello compone un mapa de una gran variedad, un universo en el que se penetra de forma muy original y abre nuevas vías de comprensión del mito; que en estas representaciones va a adquirir una disposición muy especial a través de la puesta en escena ideada por la Agrupación Señor Serrano (Àlex Serrano y Pau Palacios), de la que recordamos una formidable e imaginativa puesta en escena de Extinción, de Joan Cererols.
Estos arrostrados hombres de teatro imbrican la historia dentro de otra historia, una técnica bastante socorrida en estos días, a la que, en el Real, se acogieron algunas sonadas puestas en escena (Madama Butterfly de Gas o La mamma morta de Pelly, entre otras).
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En este caso, la acción se desarrolla en un plató de filmación. “Hay un equipo de rodaje –dice Álex Serrano a El Cultural– que tiene un doble juego. Don Juan, doña Inés y don Luis son los actores protagonistas. El Comendador es el director. La joven novicia es dicharachera y ágil como actriz y lánguida cuando hace de Inés. El personaje de don Juan se adueña del actor”. Es un proceso de curiosa ósmosis, decimos nosotros.
En escena hay una gran pantalla de video donde se contemplan filmaciones que establecen lo que sucede en la película y lo que acontece fuera de ella. Todo se va mezclando.
Hay objetos y artilugios, pantallas y elementos que juegan su papel. Naturalezas muertas, paisajes, leyendas (todos moriremos). Y, curiosamente, advertimos elementos del pop en la música. Muy interesante es lo que nos dice la filósofa Clara Serra, que ha colaborado con el proyecto al afirmar que el acercamiento de los personajes contribuye a su actualización. Y sorprendente la aplicación de los distintos colores: rojo, don Juan, azul, doña Inés, naranja, don Luis, gris, el equipo técnico, azul oscuro, Brígida…
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Tomás Marco, nos dice la musicóloga Carmen Noheda, “nos trae de vuelta a la hostería, al fuego y la ceniza. Tenorio o, como dijera Ramiro de Maetzu, su ‘energía irresponsable, infinita’, seguirá disponiendo de horas de doscientos minutos, como contaba Zorrilla que eran propias del reloj de su Don Juan".
"Mientras -añade-, ni sus personajes ni el público sabrán qué hora es, pero su estreno escénico, como el capitán a la caza del Snark, se convencerá de que, por muy largo que se fíe, cualquier cosa que se diga tres veces se cumple inevitablemente”.
El montaje cuenta con un reparto muy sólido encabezado en los cometidos principales por el barítono lírico Joan Martín Royo (que sustituye en la parte protagonista a su creador, Alfredo García, a quien está dedicada la ópera).
Doña Inés y la actriz que la representa, claro, es la gentil soprano lírica guatemalteca Adriana González; don Luis es el tenor lírico-ligero argentino Juan Francisco Gatell; el narrador será el tenor ligero canario Juan Antonio Sanabria; y la batuta estará de nuevo en las seguras manos de Santiago Serrate.