Manuel Carrasco (Isla Cristina, Huelva, 1981) es la figura del momento en el pop español. En la gira La cruz del mapa de 2019 agotó las entradas —55.000— del estadio Metropolitano, entonces llamado Wanda, y en junio de 2022 congregó a más de 74.000 personas en el cierre de su gira Hay que vivir el momento en La Cartuja (Sevilla), el concierto de un solo artista con mayor número de asistentes en la historia de la música en vivo en nuestro país.
Solo un año más tarde, el onubense se convirtió en el único artista español en solitario capaz de reunir en dos conciertos consecutivos a más personas en directo: 140.000 personas en tan solo dos días, 2 y 3 de junio de 2023, también en La Cartuja.
Cuando apenas se ha cumplido un año de aquel hito, está a punto de presentarse ante casi 70.000 personas en el Estadio Santiago Bernabéu. El hombre récord será el primer español en pisar las tablas del templo madridista —le seguirán Aitana, que actuará el 28 y y el 29 de diciembre, y Lola Índigo, el 22 de marzo de 2025—, será el único concierto de este año y supone el cierre de la multitudinaria gira Corazón y Flecha, Premio Odeón a Gira del Año, que ha tenido 365.652 espectadores en sus 30 fechas.
Además, ha dejado como aperitivo su nueva canción, La reina del baile, que fue lanzada este jueves a las plataformas y, así y todo, se espera que este sábado sea coreada por todos sus fieles. No será, por cierto, la única novedad de la noche. El artista ha prometido muchas sorpresas para un concierto que tiene el cartel de Sold Out colgado desde octubre de 2023.
Hace apenas una semana anunció que las parejas podrán pedir matrimonio en su concierto y recibió más de 500 solicitudes en solo unos minutos. "Toda la gente que quiera hacer la pedida como dios manda que nos lo ponga en conocimiento... y a ver la que vamos a formar ahí", dijo en el programa El Hormiguero. Incluso se creó para la ocasión una web en la que inscribirse, pero "el periodo para participar se ha terminado", leemos al entrar.
Un fenómeno a contracorriente
El de Manuel Carrasco es un fenómeno a contracorriente. En la era de la música urbana y la diversidad, que triunfe un compositor e intérprete pop —un arquetipo del artista criado en el seno de las radiofórmulas, y blanco y varón y felizmente casado— no es la norma. Quizás sí hace dos décadas, pero en aquel momento acababa de salir de la academia de Operación Triunfo —segundo clasificado en la segunda edición, la 2002-2003— y su ascenso no fue precisamente meteórico, como ocurrió con David Bisbal, que quedó segundo el año anterior.
Desde 2003 forma parte de la industria musical, una especie de cinta transportadora resbaladiza que puede lanzarte al estrellato si mantienes el equilibrio —aquí nunca mejor dicho— u olvidarse de ti si una desafortunada racha de viento te apea del rodillo motorizado. Según reconocería muchos años después, Manuel Carrasco se enfrentó a las discográficas al salir de OT. "Ellos querían sacar el primer disco enseguida y yo prefería que estuviera más trabajado", dijo.
Su explosión, por tanto, se cocinó a paso lento, pero "ha tenido que demostrar permanentemente que merecía el lugar que ocupa", aseguraba Carlos Espinosa, mánager y director de la promotora Riff Music, en el documental Hay noches que duran toda la vida (2023). Después de tocar en salas, ferias y fiestas, apostó por el formato acústico para actuar en teatros. Había cumplido una década de trayectoria en la música y aún sentía el peso de la etiqueta triunfito —no lograba entrar en las programaciones de algunos espacios—, e incluso llegó a sentirse "ninguneado", según relata el propio artista.
El concierto en el Lope de Vega en 2012, ¡por fin!, sería un punto de inflexión en su carrera. Desde entonces, no ha dejado de crecer el número de acólitos que siguen al de Isla Cristina. Su carácter magnánimo ha elevado más si cabe su popularidad. Recientemente, ha dedicado canciones al humorista Manu Sánchez, que padece cáncer, y a Tenerife por la tragedia del volcán, ha hecho bandas sonoras para documentales benéficos... En general, el mensaje optimista rige su repertorio.
No en vano, algunas de sus canciones más conocidas son No dejes de soñar o Qué bonito es querer, mientras que en la emblemática Hasta por la mañana aboga por "no perder el tiempo y vivir ahora, que mañana Dios dirá". Esa energía emocional, en cambio, alberga profundas inseguridades y una timidez embrionaria, según cuenta en el citado documental.
A propósito, el descomunal éxito en los últimos años no ha apartado a Manuel Carrasco de sus raíces. Antes al contrario, lleva su tierra por bandera allá por donde recala junto a su banda, a la que suele dar descanso en buena parte de sus actuaciones para interpretar, a solas con su guitarra, alguna pieza del Carnaval de Cádiz, convertido en trasunto de su personalidad artísta, pues lo acompaña desde que comenzó a tocar la guitarra siendo niño.
Buena muestra de su intensa afinidad con la cultura popular es su desplazamiento, el martes 25 de junio, a la localidad zamorana de Flechas, que cuenta con 12 habitantes. El motivo de la visita era la grabación de un videoclip, según informó la prensa local, mientras que desde su oficina de management hablaban de "un pequeño directo". Además, el artista "pretende dar visibilidad a la España vaciada", añadían.
"Sé lo que es no estar en el mapa y ser de un sitio sencillo", dice el propio artista en el video promocional publicado este jueves. "Es importante recordar de dónde venimos", concluye.
En todo caso, su comparecencia en Flechas, uno de los municipios menos poblados de España, refleja un llamativo contrapunto con la retumbante actuación en el Bernabéu. Ambas actuaciones, que se celebran en la misma semana, definen fielmente al personaje de éxito apegado a la tierra, al manantial de sus orígenes. Este sábado volverá a darse un baño de gloria. Y será difícil que en algún momento olvide de dónde viene.