El Sol de México brilló más que nunca en la noche madrileña. Eléctrico, magnético, sensual y pícaro. Luis Miguel, con una carrera de 43 años, sabe cómo engatusar a su público para que le perdonen su demora (con suerte no tardó más de 15 minutos). 'Será que no me amas', sin mediar más palabra, apareció enfundado en un elegante traje negro con corbata del mismo color e inició el espectáculo. Sabe que le aman.
Así comenzó el show del mexicano que, a pesar de sus 54 años, demostró su manejo vocal y pélvico, con unos movimientos que como mínimo requieren de un estiramiento si no quiere lesionarse. Micky sabe lo que se hace, entre guiños, sonrisas, gorgoritos y bailes provocadores, hizo subir tanto los decibelios que en la mayoría de ocasiones era difícil distinguir su voz del alboroto del estadio.
A pesar de que el show duró menos de dos horas, valió la pena. El público disfrutó de cada instante. Asistieron personas de todas las edades: desde mujeres que vivieron su adolescencia engatusadas por el Sol de México; como sus propios hijos, criados con sus cassettes y que pueden presumir de saberse 'La Bikina' mucho antes de que fuera interpretada en Operación Triunfo. Luismi dio las claves para hacer del 7 de julio un día inolvidable y sus fans lo siguieron al pie de la letra.
El 'resurgir' de Luis Miguel ha quedado patente en las casi dos horas de concierto. Juguetón con el micro, permitiéndose el lujo de dejarle el trabajo al resto de sus compañeros o incluso a las eufóricas fans a pie de pista. Micky pasa del pop al bolero y del bolero a la ranchera sin titubear.
Un público admirable que dejó sin palabras en varias ocasiones al mexicano. Aunque tampoco era algo difícil ya que su único método de comunicación hacia sus admiradores era sonreír o guiñar un ojo. Pensaremos que simplemente le dejaron sin palabras...
Tal fue el fervor que era difícil llegar a encontrar entre las 45.000 voces la de Micky. Un torbellino de euforia envuelto en una telaraña de colores moviéndose al ritmo de la música.
'Amor, amor, amor' o 'Suave' fueron otros de los temas clave seleccionados para la ocasión. Para dar paso poco después a las baladas y boleros, introducidos con una temática al más puro estilo mexicano: una banda de mariachis junto con varios bailarines de danza tradicional y un experto del lazo corredizo. La gente más tímida en este momento se puso de pie, moviendo la cabeza sutilmente al ritmo del delicado violín. "Quiero ir a México", se repitió entre el público.
Las primeras notas de 'Por debajo de la mesa' despertaron la emoción y los abrazos en muchos casos de los fans que han cantado con él el tema de Armando Manzanero: "Por debajo de la mesa, acaricio tu rodilla y bebo sorbo a sorbo tu mirada angelical".
Un popurrí de canciones, que han bailado agarrados varias generaciones, han sonado en la voces de todo el estadio: ’Como yo te amé', 'Solamente una vez', 'Todo y nada' y 'Nosotros'... Canciones que han despertado la emoción, como lo ha hecho 'Come Fly With me', de Sinatra.
"¡Mi mariachi!"
La traca final llegó con su homenaje a México, un tributo en el que curiosamente faltó 'México en la piel'. 'La Bikina', 'La media vuelta' y 'La incondicional' fueron algunas de las elegidas, para terminar recreando una bandera de México con serpentina.
El 'boom' lo guardó para el final, protagonizado por 'Ahora te puedes marchar', 'La chica del bikini azul' y 'Cuando calienta el sol', que muchos han bailado mientras jugaban con pelotas gigantes que se han lanzado al aire para terminar el recital.
El público español no tiene fin y pidió más. Se lo merecía. Dio todo y al final no fue recompensado.
A pesar de la cara de felicidad y asombro de Luismi por el nivel de entrega de su público de España, no se despidió; no dio un mínimo agradecimiento, ni mucho menos hizo caso al requerimiento de cantar "¡otra, otra!". Nada.
No hubo ningún bis. Se apagaron las luces y hasta ahí llegó la ruta de Luis Miguel de 2024 por la capital de España.