Si hay un género musical que levanta pasión y mueve las almas, es seguramente la ópera. Las emociones que suscita la representación escenica de la música teatral se experimentan intensamente. "La música clásica y de ópera es un giro. No tiene límites, vivirá para siempre. Es como las obras de Picasso, la gente siempre las apreciará porque son parte de la historia. Lo mismo ocurre con la música clásica", opina Aída Emílevna Garifúllina (Kazán, 1987), soprano rusa. 

Ha interpretado Verdi, Rossini, Puccini, Mozart, Donizetti, Shakespeare. Sus formas cambian de un teatro al otro y como un actor, modula su voz según el registro adecuado para cada personaje. Cuida su perfil con mucha atención, viaja por todo el mundo encantando al público con su voz aguda.

Vino ya varias veces a España. "Me siento muy cercana al público español. Son personas llenas de amor por la música, el arte y la gente. Cada vez que vengo aquí el público me da una bienvenida preciosa". Actuó en Barcelona en la subasta de la nueva producción de Romeo y Julieta y acaba de aterrizar para inaugurar la 73 edición del Festival Internacional de Santander junto a la Orquesta de la Comunitat Valenciana. 

Aida Garifúllina, soprano rusa.

"Ahora, con el festival de Santander estamos preparando un programa muy bonito. Y me alegro de que sea en verano porque la gente está más relajada. Será una gran fiesta". Hoy, es la primera vez que Garifúllina trabaja con James Gaffigan, el director de la Orquesta de Les Arts. "Me pidió que preparara mucha música rusa y fue muy emocionante para mí. En todos mis conciertos intento mezclar el programa".

La soprano canta en italiano, francés, checo, español y en ruso, por supuesto. "Esto siempre brinda a las personas la oportunidad de descubrir algo nuevo, lo que no han escuchado". En este programa, han elegido las arias rusas más famosas, de Rimski-Kórsakov, Tchaikovsky y Arakawa, que son muy desconocidas aquí. "Estoy enamorada de los compositores rusos pero también estoy preparando una canción en español", preanuncia la cantante.

Un puente entre países 

Desde su infancia, la presencia de la música fue fundamental en su crecimiento. Su madre pensaba que era una "niña musical" porque cantaba a todas horas. A los 5 años cuando subió a un escenario en Moscú y a los 11 años cantó en Chaikovski Hall. En febrero de 2017, Garifúllina publicó su primer álbum con 15 arias grabadas con la orquesta sinfónica de la radio de Viena dirigida por Cornelius Meister.

La soprano ha crecido con las óperas rusas basadas en los cuentos de hadas con los cuales creció cuando era pequeña. "Mi gran debut en París fue interpretando la historia de amor de la doncella de nieve". Todas las producciones rusas tienen que ver con el amor, con el alma rusa, las tradiciones. "Me reconforta compartir esta música con todo el mundo".

Aún así son muchas las polémicas que en los últimos años condenaron a la cultura rusa al silencio a causa de la guerra contra Ucrania. "Yo creo que el arte está por encima de todo. Sobre todo de los conflictos del mundo. Es algo que hace puente entre los países, entre otras nacionalidades. Porque no hay diferencias entre nosotros. Todos somos iguales".

Su deseo es separar el arte de todo lo demás, volver a ser como una familia y crear y dar esperanza a las personas, "darles paz en sus almas". Porque, según ella, eso es lo que todos necesitamos. Sin embargo, lo más importante es ser profesional, apreciar la música y no dejar de aprender. 

"Yo todavía tengo a mi entrenador con quien sigo vocalizando y preparando cada papel con la misma responsabilidad". Garifúllina estudió una carrera musical en Nuremberg. "Cuando era estudiante me inspiraba en diferentes cantantes. Ahora estoy en una etapa de mi vida donde solo quiero crear algo mío. Como los impresionistas. Tal vez se copiaban, pero aun así querían ser diferentes. Y esta es la cuestión, no ser mejor sino diferente".

Narradores de historias 

La cantante rusa se ha sumergido en muchos roles diferentes durante toda su trayectoria. "Nosotros somos narradores de historias, no somos solo cantantes". Como los actores, el trabajo de una soprano es identificarse con el personaje de la ópera, vivir su vida. "Siempre intento abrir mi corazón y dejar ese momento en el escenario para ese personaje, sacrificarme como él para superar los desafíos, la tristeza, el dolor o la felicidad".

Cuenta que hace un mes actuó en Berlín interpretando Rigoletto, la famosa ópera de Giuseppe Verdi y quería hacer algo diferente con mi personaje. "Al final el público lloraba. Es hermoso cuando puedes tocar el corazón de las personas". Garifúlina cuenta que los conciertos de ópera son como las fiestas, el público viene para disfrutar y celebrar.

Aida Garifúllina, soprano rusa.

Sin embargo, muchas óperas ya han sido interpretadas por muchos de los grandes y por esto, el duro trabajo consiste en encontrar la manera de cantarla diferentemente. Su música le da la posibilidad de trabajar con diferentes colegas, con cantantes y orquestas de todo el mundo. "Es increíble conocer gente nueva. Aprendo mucho de las personas porque cada uno tiene su conexión con la música y se intercambian diferentes energías. Para mi es interesante ver cómo los directores interpretan la música de diferentes maneras".

Garifúllina cuenta que tiene una larga lista de reproducción de muchos géneros diferentes en su teléfono. Hip hop, pop, jazz, rock. Escucha de todo."Pero soy cantante de ópera y de música clásica. Eso seguirá siendo mi base". Sin embargo, afirma que siempre está abierta a nuevas colaboraciones "si me gusta el artista y aprecio su música".

Hace unos días actuó en Toscana (Italia), junto con Andrea Bocelli, Ed Sheeran, Lang Lang Brillan, Sofía Vergara, Laura Pausini, Tiziano Ferro y muchos más, para celebrar el 30 aniversario de Bocelli sobre los escenarios. A este propósito, cuenta que con Andrea Boccelli tiene una amistad que dura desde hace 12 años, estuvieron tocando por todo el mundo, en el Madison Square Garden de New York, en el MGM de Las Vegas y en el Coliseo de Roma.

Un mundo invisible

El mundo de la ópera a veces parece ser invisible. Se habla poco de él y siempre está restringido a un círculo especifico de personas. Sin embargo, según ella ahora la ópera está abierta a todos. "Es un error pensar que la música clásica es solo para personas mayores. Mi misión es hacer que la ópera sea más accesible para los jóvenes". Garifúllina confía mucho en el poder de la ópera y trabaja para cambiar el destino de esta música.

"Somos artistas. Al igual que los actores, estamos de pie en el escenario. La gente nos mira. Somos modelos a seguir para muchos jóvenes. Tenemos que cuidar nuestra imagen exterior y tenemos que estar sanos para tener mucha energía. Para que la gente pueda disfrutar no solo musicalmente sino también con los ojos". Es joven y elegante. Prefiere las producciones tradicionales por los disfraces y las decoraciones y no es "muy fan" de las modernas. Cuida mucho su imagen a través de sus redes sociales y su apariencia en los teatros.

"Me gusta quedar bien ante mi público. Soy una mujer, a todas nos gusta estar guapas". Aún así, cree que la verdadera belleza viene del interior. "La energía que compartimos, el amor que damos. Si doy amor al público en mis conciertos, a través de mi canto, de mis ojos, de mi energía, luego recuperaré ese amor".