Ya sin lluvia (unas gotas apenas) y con muchísima más afluencia que en los días anteriores gracias al tirón de Sam Smith y Jungle. Así se ha despedido la primera edición de Kalorama Madrid, que ha culminado tres jornadas de música con un total de 41.500 asistentes, según la organización.
Tras el triunfo de LCD Soundsystem el jueves y el diluvio del viernes, Massive Attack era el primero de los grandes nombres de la tercera jornada. Su espectáculo, volcado en lo conceptual y altamente político, cedía todo el protagonismo a la propuesta audiovisual, de una narrativa voluntariamente sobrecargada, con los músicos en penumbra.
La legendaria banda de Bristol comandada por Robert del Naja y Grant Marshall ha desplegado un auténtico mitin reivindicativo en el que había que ver y leer tanto como escuchar, con fuertes y constantes críticas a Israel, a las tecnologías de la comunicación empleadas como medio de control y al auge de la extrema derecha en redes sociales (con su propagación de bulos y teorías de la conspiración).
El trip hop del que fueron los principales impulsores en la década de los 90 ha brillado en canciones inmortales como ‘Unfinished Sympathy’ y ‘Teardrop’ y las voces sublimes de Deborah Miller, Elizabeth Fraser y Horace Andy, pero el grueso del concierto ha discurrido por los derroteros de una electrónica oscura aderezada con apabullantes guitarras distorsionadas.
Era la banda sonora para una vertiginosa sucesión de mensajes escritos e imágenes inquietantes (encomiable labor de prospección en archivos), cargadas de violencia y destrucción, que resume el último siglo de la humanidad en su vertiente negativa. Dictadores, guerras, bombardeos, desfiles del Ku Klux Klan y experimentos científicos se alternaban con escenas de cine clásico y vídeos de gente entregada despreocupadamente al consumismo y la frivolidad.
Las críticas contra Israel y sus abusos hacia Palestina han sido las protagonistas absolutas del show, aunque también han repartido cera contra Putin y su invasión de Ucrania. El propio Robert llevaba un brazalete blanco con la palabra Palestina, Grant Marshall lucía un pañuelo palestino y una bandera del país ocupó toda la pantalla gigante del escenario antes de una canción especialmente dedicada a la población de Gaza.
Imágenes de Netanyahu pasando revista a las tropas israelíes (silbadas por el público mucho más que las de Putin) daban paso a una sucesión de cifras abrumadoras sobre las ocupaciones de territorios palestinos, presos políticos, expropiaciones y refugiados forzosos desde la creación del estado israelí en 1948. Para rematar, un contador interminable iba creciendo mientras la banda descargaba toda su furia en sus instrumentos hasta mostrar la cantidad de dinero que EE. UU. ha gastado en ayuda militar para Israel hasta la fecha: la friolera de 297.000 millones de dólares.
Tras ellos, una propuesta en las antípodas: el revival funk y disco de Jungle, con temas imposibles de no bailar. Masiva afluencia de público, que se ha entregado a la fiesta con ‘Back on 74’, ‘I’ve been in love’ o ‘Busy Earnin’’.
Después, Sam Smith, el gran divo pop predicador de la liberación sexual y afectiva. De las baladas más sentimentales como ‘Stay with me’ ha pasado a la euforia discotequera, con ‘Latch’, ‘Promises’, exuberantes cambios de vestuario, homenaje al 'I Feel Love' de Donna Summer y Giorgio Moroder y el bombazo ‘Unholy’ para rematar, convirtiendo el escenario en una fiesta drag escoltado por su enérgico cuerpo de baile.
Y para despedir esta primera edición, la algo sobrevalorada estrella surcoreana de la música electrónica Peggy Gou, la DJ de moda a nivel mundial, reina de Instagram, que ha cerrado la noche con su mezcla de techno y house de sabor noventero y su ubicuo tema ‘(It Goes Like) Nanana’, un homenaje al sonido ibicenco de aquella década.