L de libra, de libertad, de La Rosalía. Hace tiempo que la cantante catalana (Sant Esteve Sesrovires, 25 septiembre, 1992) no necesita apellidos, le basta con su nombre. Le ocurre a Madonna, Beyoncé o Shakira, y le ocurría a la Callas, a la Caballé, a la Faraona o a "la más grande", la Jurado. Muy pronto, Rosalía Vila Tobella se dio cuenta de que si quería convertirse en la artista que había estado soñando desde pequeña, no los necesitaba.
"El relato alrededor de Rosalía dice que desde los inicios tenía entre ceja y ceja alcanzar el reconocimiento, una obsesión sobre la que canta en La fama y en el bolero Delirio de grandeza", cuenta la periodista musical Marta Salicrú en Rosalía de la A a la Z, biografía no autorizada a modo de abecedario, que publica Libros Cúpula este miércoles, y que desgrana la vida de la cantante a través de 100 palabras que definen su personalidad y su carrera.
El libro coincide con el 32 cumpleaños de la cantante y el lanzamiento de Omega, una nueva canción junto con Ralphie Choo (Ciudad Real, 1999) — cantante y productor que debutó con Supernova (2023), un álbum tan experimental como redondo, que se coló en las listas de mejores discos nacionales del año pasado y cuyo vinilo está actualmente en el número 1 de los más vendidos en España—.
La colaboración, tan esperada debido al espíritu creativo similar que ambos artistas comparten, se presentó anoche en primicia en las fiestas de la Mercé de Barcelona, y podría incluirse dentro de su próximo álbum, con el que cerraría finalmente la era Motomami.
Nombre de la empresa que su madre fundó en 2019 para administrar la carrera artística de su hija pequeña y también de su tercer disco (2023), el que la ha consagrado como una artista vanguardista con altura y el que, para los puretas de Los Ángeles (2017), supuso la "traición" definitiva al flamenco, después de sus coqueteos experimentales en El mal querer (2018), con el que hizo una gira mundial y arrancó su ristra de colaboraciones con artistas internacionales como The Weeknd, Travis Scott y Billie Eilish.
El disco, ganador de tres Latin Grammys y más de 4 millones de escuchas en Spotify, muestra "el retroceso de la influencia flamenca a favor de las músicas caribeñas", lo que hace que "Rosalía ya no esté a la sombra del Toro de Osborne", apunta Salicrú en este exhaustivo libro, en el que va hilvanando, de forma muy acertada y amena, los conceptos clave de la artista para poder profundizar en su historia.
Algunos ya le vinieron dados por la cantante, que hizo su propio abecedario en la canción Abcefg. Como Alfa o Altura, a los que la periodista añade Antes de morirme, himno generacional —en 2024 alcanzó los 300 millones de streams en Spotify, décima canción de Rosalía en superar esta marca en la plataforma— y colaboración con su expareja C. Tangana, donde la catalana empezó a mostrar sus cartas como compositora y sus primeras reivindicaciones como cantaora ("Sin ser gitana, tengo compás").
Salicrú también añade el autotune, tan criticado como utilizado entre las nuevas hornadas de artistas, que han descubierto en él no solo una forma de esconder sus carencias, sino también, como es el caso de Rosalía, una herramienta más de producción. "Me encanta que mi voz esté limpia, sin efectos, pero también que pueda llevarlos. Es importante no tener prejuicios cuando se escucha a un artista que usa autotune porque a muchos les gusta que su voz suene así para encontrar texturas de sonido", señaló la cantante sobre su álbum El Mal Querer.
En este sentido, no es de extrañar que la periodista añada la A de aprendizaje, porque si algo define a Rosalía es el ansia de conocimiento y una curiosidad insaciable. Siempre en constante estudio, experimentando, trabajando hasta dar con una tecla nueva, desconocida. En ella, "la narrativa de artista currante se opone a la del genio romántico iluminado por la inspiración, tocado por las musas", apunta la periodista.
Destaca la B de bandida, que representa a Rosalía como "salteadora de caminos". "La idea del artista como alguien con la visión para descubrir el potencial artístico en algo ajeno, con la habilidad de hacérselo suyo, es problemática en el siglo XXI", señala Salicrú, refiriéndose a las críticas hacia la cantante por incorporar a su discurso artístico, "aunque sea desde el estudio y el respeto", elementos de culturas que no le son propias.
La autora recoge las declaraciones de Chiqui (José Miguel Vizcaya) su maestro en la Escuela Superior de Música de Cataluña en 2019: "No ha hecho nada que no se haya hecho desde los inicios de los tiempos. De toda la vida, con mis compañeros de profesión payos hemos usado palabras propias del pueblo gitano" y añade de cosecha propia: "Ciertas condenas a Rosalía tienen raíz en algo tan español como los faralaes: la envidia del éxito ajeno. También podrían estar enraizados en una misoginia interiorizada e incluso en cierta catalanofobia".
Porque que el trabajo de final de grado de una estudiante superior de música tenga la forma de una obra musical no es raro, recuerda Salicrú, que se publique en forma de álbum y llegue al número 1 de las listas más escuchados de España, triple disco de platino, y de pop latino en Estados Unidos es algo "único".
Añade también la de B de Baix Llobregat, comarca catalana que ha visto nacer a artistas como Rosalía o Estopa, —reivindicada por el productor Alizzz en Que pasa nen—, o Bizcochito, una de las canciones más explícitamente feministas de Rosalía en la que rebate la sexualización y cosificación de Daddy Yankee, pionero del reguetón, en su canción Saoco —"Yo no soy y ni voy a ser tu bizcochito"—. "Como Yankee alardeando de talento, Rosalía afirma haber sentado las bases de su pop de vanguardia con raíces en las músicas urbanas latinas", puntualiza la periodista.
Con C se escriben cantaora y compositora, dos de las facetas más defendidas por la artista, junto con la de productora, quien considera que "es igual de cantaora interprete cantes o canciones" e "igual de cantaora con una chándal de Versace que vestidita de bailaora", canta en Bulerías. La D de Despechá, homenaje explícito a la música de República Dominicana y canción insuperable del verano 2022; también la D de Dios, una de las grandes referencias en el cancionero de Rosalía desde su primer álbum. "Yo manejo, Dios me guía", reza en Saoko.
La E no podía ser sino de estilo, porque Rosalía es musa de la alta costura —recientemente nombrada embajadora de Dior—y creadora de tendencias en Internet, dándole una gran importancia estética al concepto de sus álbumes. La F de fama, esa que ansiaba desde el inicio, pero a la que siempre puso en duda: "Es demasiado traicionera, y como ella viene, se te va", canta en una de las canciones. Aunque admite: "Sí, la fama es una condena, pero dime otra que te pague la cena".
También la F de flamenco, al que Salicrú regresa para defender que "Rosalía abordó el flamenco no desde el purismo sino desde la heterodoxia", y rememorar los inicios de la cantante en el género. La G de Grammys, ya que es la cuarta artista española que acumula más grammys después de Plácido Domingo , la H de Hentai, que da nombre a una de sus canciones más polémicas por el contenido sexual de la misma, y que denota su amor hacia la cultura pop japonesa, y la I de inteligencia artificial, porque Rosalía se sitúa en el lado de las "tecno-optimistas" —a pesar de que sufrió las consecuencias de ella, cuando el cantante JC Reyes editó una foto suya con IA para hacerla pasar por un desnudo—.
Para Salicrú, la L de libertad es la que más identificaría con la cantante, una libertad que se palpa en la forma en la que Rosalía es capaz de metamorfosear de un género a otro. Así como la M de Malamente, canción que la aupó como un icono global o la P de Pilar, el nombre de su madre, Pilar Tobella, actual mánager tras romper con Rebeca León, y de su hermana, Pilar Vila, su estilista, su fuente de inspiración y su mejor amiga.
La R de reguetón no podía faltar, género del que bebe mucho y que siempre ha defendido, le pese a quien le pese. "No creo que ninguna música sea mejor que otra. El reguetón tiene un alcalnce muy grande, es pop de hoy en día, hay artistas de muchísimo nivel. Hay reguetón de todo tipo y las temáticas están evolucionando. Cada vez se está recibiendo con menos prejuicio y celebro que así sea", respondía en una entrevista en Primavera Sound en 2019.
Tampoco la de R de Rauw Alejandro, exprometido con el que lanzó el exitoso EP RR poco antes de terminar su relación, o la R de Racineta, nombre de la empresa que fundó en abril de 2024, para acoger eventos, conciertos y actividades culturales en el edificio del distrito de l'Hospitalet de Llobregat, donde además la artista, afincada en Miami, tiene previsto instalar próximamente su estudio de sonido.
La T de Transformación simboliza que Rosalía sigue siendo ella misma, sea el género que sea y sin miedo a contradecirse. "Una Motomami es muy suya y se transforma", asegura la artista en sus 20 mandamientos. La periodista recoge en la V de Vendetta, los beefs en los que se ha visto inmersa: desde la Mala Rodríguez a Karol G.
La rapera acusó a Rosalía en 2018 de usar la idiosincrasia andaluza —"Es como hacer un papel, lo hace muy bien, pero está interpretando" —. No fue hasta el año pasado cuando, tras varias pullitas más en redes sociales, se refirió a ella como "una genia, una fenómena". Aun así, Rosalía decidió responderla en su canción Bizcochito: "¿Qué más da que me tire la Mala si Haraca me tira la buena?".
Mientras que sobre su posible rivalidad con la Bichota, Rosalía siempre se ha mantenido prudente, y jamás se ha posicionado explícitamente —con excepción de alguna enigmática publicación en Instagram— sobre las acusaciones de plagio que llenan las redes sociales.
"La Z es de zarzamora o de zapateao o de zorra, también", dice la propia Rosalía en la canción Abcdefg. En el libro, Salicrú plantea esa palabra incómoda, que más que un insulto se ha convertido en un alegato feminista, como una forma de reivindicar el instinto de la artista y el placer de decir que no de vez en cuando. "No puedes mantenerte fiel a ti misma diciendo que sí a todo. Prefiero decir que no y perder oportunidades antes que perder eso", aseguró la cantante catalana en una entrevista para Apple Music.
Rosalía es tozuda, visionaria, hasta Pharrell Williams la llama "unicornio". Solo ella tenía claro lo bien que sonaría una canción de reguetón con toques de jazz y no paró hasta conseguir hacerla, de ahí surgió Saoko. Suele salirse con la suya y trabaja como quien tiene claro que si los demás no lo entienden, ya lo entenderán.