Una diva autoexigente, profesional, currante y auténtica. Bad Gyal, situada en el podio del ranking de artistas femeninas españolas más escuchadas en el mundo en el último año según Spotify (11,5 millones de oyentes), solo superada por Rosalía y Aitana, es una de las grandes estrellas de la música urbana en español.
Detrás de esa melena rubia platino a lo Barbie se enconde Alba Farelo (Vilassar de Mar, 1997), la cantante, hija del actor de doblaje Eduard Farelo (Gollum en El Señor de los anillos), pasó de ser una jovencita con altas aspiraciones de un pueblo de 20.000 habitantes a "la más pegá de España" en cuestión de años.
A través de su música, muy influenciada por los ritmos latinos, el dembow dominicano y el dancehall jamaicano, se erigió como líder en nuestro país de una ola de artistas femeninas —Lola Índigo, La Zowi—que reivindicaron su lugar dentro de la escena reguetonera, bien dotada de altas dosis de testosterona.
Para quien todavía no lo sepa, su música es de las que llenan estadios. Da igual que sea en España que al otro lado del charco—"Cuando voy pa' USA vendo todo en Nueva York", recuerda en una de sus canciones—. En Las Vegas, Miami, Santo Domingo se codea con la crème de la crème de la música urbana latinoamericana (Karol G, Anitta, Ozuna, Bad Bunny ), convertida en un icono generacional para los centennials, que ya se ponen nostálgicos al escuchar Fiebre.
Ahora su música también sonará en la pantalla grande, gracias al documental La Joia, dirigido por David Camarero, director también de la realización en directo de sus conciertos, que refleja la trayectoria de la cantante y la batalla por sacar su primer álbum. El filme, que inauguró el festival In-Edit de Barcelona, se estrena este 24 de octubre y se podrá ver en cines solo durante una semana.
Sorprende descubrir que La Joia, publicado en enero de 2024, sea el primer disco de la catalana, ya que su presencia artística lleva siendo onmipresente desde 2016, con el lanzamiento de la mixtape Slow Wine—que incluye Fiebre, Mercadona y Dinero, algunas de sus canciones más icónicas—. Después llegó 2017, "el año del dancehall" y su Jacaranda, Worldwide Angel (2018)—producido por El Guincho, músico y compositor, junto a Rosalía de El mal querer— y tras firmar en 2019 con la discográfica Interscope, sello de Universal Music Group llegó Warm Up (2021).
La Joia le produjo a la artista y a su equipo más de un quebradero de cabeza. Alba Blasi, mánager de la artista y una de las protagonistas del documental, habla sin tapujos de cómo los planes de lanzar el disco en 2023 se desvanecieron por problemas ajenos a la artista. En este sentido, el filme enseña las costuras dentro del negocio de la música, la estrategia de comunicación, el lanzamiento de promoción del álbum, los timings a los que deben someterse, la paranoia por las filtraciones en redes, los contratos, las cláusulas.
"Quiero estar en el campo, con un camping gas, comiendo una patata hervida", dice Farelo en un taxi durante su agotadora Semana de la Moda durante el otoño de 2023. Está cansada y tiene los pies destrozados, pero se cambia rápidamente y a duras penas en el coche de vestido para el siguiente desfile.
Aunque el documental busca por momentos desglamurizar ese estilo frenético de vida, mostrando el agotamiento y el hastío de la joven, también refleja que Bad Gyal es una business woman, una de esas artistas que ya "solo hacen front row", dispuesta a pulirse para dejar de ser esa "joyita con mucha tierra" y convertirse en un diamante en bruto.
A pesar de que el documental se centra en el el perfil profesional de la artista, siempre preocupada y atenta a todo lo que rodea su proyecto (incluido el vestuario y las redes sociales) también refleja su cotidaneidad. "Quiero mis putos porros", le espeta a su asistente tras haber olvidado el hachís de la artista en un hotel de Miami. Vemos a Farelo moverse de una ciudad a otra, cigarro y móvil en mano, grabando los videoclips de algunas de sus muchas colaboraciones con artistas como Young Miko, Tokischa, Nicki Nicole, la "Bichota" o Myke Towers, en el estudio con los productores o haciendo sentadillas en el gimnasio.
22 discos de platino, 6 de oro, Mejor artista española en los MTV Europe Music Awards (2022) y un premio al 'Talento joven internacional' de La Vanguardia que hizo que conociese personalmente a los Reyes de España —"Letizia me preguntó que si llevaba ropa interior debajo del vestido", dice en el documental—. Aun así, Bad Gyal es una "cantante de caja de cigarrillos", reconoce ella misma al ensayar su voz antes de un concierto. Por eso, el autotune es un elemento más en su proceso creativo, que lejos de desprestigiarla le ha abierto las puertas a trabajar con productores de talla internacional.
El documental nos muestra a Bad Gyal dentro del estudio, dando órdenes entre beats sobre cómo debe sonar el proyecto más importante de su carrera —"Tampoco es que me tengáis que aprobar nada, solo os estoy pidiendo opinión"—. A pesar de haber labrado su carrera a base de exitosos singles, asegura tener "respeto a a la música, al concepto de hacer un disco".
Sin embargo, el filme no se centra en el proceso creativo de la artista, en cómo ha cambiado su sonido desde esos inicios tan undergrounds a ser producida como "una de las grandes", sino en la presión por sacar su primer trabajo, una fórmula similar a la utilizada en Esta ambición desmedida de Little Spain sobre C. Tangana, pero que en este caso no funciona tan bien.
Casi todo en el filme de David Camarero está hecho para los ojos de los fans (que por defecto generacional miran más en vertical que en horizontal), entre los que "siempre hay topos", asegura Farelo y recuerda: "A Selena Quintanilla la mató la presidenta de su club de fans". Serán estos seguidores los que disfrutarán del huracán Bad Gyal en pantalla grande, pero la ausencia de una mayor profundidad y vulnerabilidad en el personaje hará que para otros siga siendo un fenómeno extraño, de otro planeta.