¿Y si Charles Manson hubiese sido una estrella de rock y no uno de los criminales más famosos de Estados Unidos? El "quinto beatle" (1934-2017), como le gustaba llamarse a sí mismo, nació en un humilde y conflictivo hogar de Cincinnati hace ya nueve décadas. De madre alcohólica y padre ausente, Manson acabó en un orfanato, y con solo 13 años fue arrestado por robo de coches. Ese fue solo el comienzo de una larga lista de delitos que harían de la prisión, su hogar.
Lejos de apartarle de su objetivo de convertirse en músico, fue en la cárcel de McNeil, conocida como "la Alcatraz sin paredes", donde aprendió a tocar la guitarra gracias al famoso gánster Alvin Karpis —quien curiosamente pasó de ser el mayor criminal de Estados Unidos en los años 30 a jubilarse y morir en Torremolinos—.
Allí, además de a componer, Manson dedicó todo su tiempo a aprender obsesivamente las canciones de los de Liverpool y leer libros de cienciología, hipnosis, masonería, psicología, hinduismo y la Biblia. Un cóctel molotov que explotaría no muchos años después.
Al cumplir su corta condena, se topó de bruces con su nueva realidad: era la época de los chalecos con flecos, la marihuana y el auge del flower power. Manson había llegado a tiempo para experimentar en sus propias carnes el efervescente "verano del amor" de 1967. Pronto se alzó como el líder que nunca había sido, sin duda, era el momento idóneo para que sus ideas místicas y espirituales calaran. Fue allí donde empezó a reclutar a los miembros de la que después se conocería como "La Familia".
Tras vagabundear por California a lo Kerouac, Manson encontró en Los Ángeles un sitio donde acoger a su disfuncional séquito de inadaptados y niñas malcriadas: el rancho Spahn. Un terreno a las afueras de L.A que, tras servir como plató de numerosos wésterns, se convirtió un lugar colonizado por los hippies, pegajoso y podrido, pero donde todo el mundo parecía encajar. Manson empezó a frecuentar estudios, discográficas y clubs de Sunset Boulevard en busca de una oportunidad en la industria musical.
En 1968, los Beatles sorprendieron al mundo con su Álbum Blanco, un trabajo bestia, experimental, radicalmente distinto a todo lo que habían hecho hasta el momento. En ese remoto desierto californiano, el álbum no paraba de sonar, una y otra vez. Para Manson, los Beatles hablaban de lo que él había predicado durante años, cada una de las canciones hablaba de ellos y de un futuro apocalipsis: Piggies, Helter Skelter o Revolution 9—una bizarra grabación de más de 8 minutos—.
"Charles Manson interpretó que Helter Skelter estaba relacionado con los cuatro jinetes del Apocalipsis. Sigo sin saber qué tiene que ver nuestra canción con ese pasaje del libro profético de la Biblia. Yo no lo he leído, de modo que no lo sé. Pero Manson lo interpretó así, que en la canción Helter Skelter nosotros éramos los cuatro jinetes y que nos habíamos propuesto exterminar a todo el mundo", cuenta perplejo Paul McCartney en The Beatles. Antología.
Manson predicó sus discursos apocalípticos entre sus adeptos como si fuese un enviado del cielo. En ellos, hablaba de una gran batalla racial en la que la raza negra destruiría los barios ricos de Los Ángeles, como Beverly Hills o Bel Air. Manson y su Familia se salvarían al permanecer escondidos en el desierto y, tras reclutar a más seguidores, tomarían el poder de nuevo, derrotando a la raza negra. Entonces Jesucristo volvería a gobernar con cinco ángeles: John Lennon, Ringo Starr, George Harrison, Paul McCartney y Charles Manson.
Helter Skelter fue también lo que encontraron escrito los agentes de policía el 10 de agosto de 1969 en el 3301 de Waverly Lane, la propiedad de Leno LaBianca y su mujer Rosemary. La Familia Manson, tras atestar 60 puñaladas a los inquilinos, pusieron su macabra firma en la nevera con la sangre de las víctimas.
La noche anterior, habían realizado el mismo modus operandi en Cielo Drive, el domicilio del director polaco Roman Polanski, donde acabaron con la vida de la actriz Sharon Tate, el peluquero Jay Sebring, el guionista Voytek Frykowski y la acaudalada heredera Abigail Folger.
Estos asesinatos no fueron los únicos, sino que la Familia llegó a perpetrar hasta 35 crímenes, los que, en su mayoría, se relacionan con la frustación del falso profeta por convertirse en una estrella de los escenarios. La casa que compartía el director de La semilla del diablo (1968) junto con su esposa, había sido hasta no hacía mucho el domicilio de Terry Melcher, importante productor musical e hijo de Doris Day, al que Manson acosó para conseguir un contrato discográfico que nunca llegó.
En su búsqueda por ajustar cuentas, se topó con los nuevos inquilinos y lo demás es historia. Dicen que cuando salieron de la mansión, la Familia cantaba: "Qué será, será".
Semanas antes del asesinato de Tate, Beausoleil —uno de los pocos miembros de la Familia que todavía viven— fue uno de los que, atacó la casa del profesor de música Gary Hinman, quien había rehusado formar parte del grupo musical de Manson. Hinman fue torturado durante dos días en los que le arrancaron una oreja, lo apuñalaron y escribieron con su sangre en la pared "cerdo político", en referencia a la canción de los Beatles.
Manson intentó por todos los medios hacerse hueco en un mundo al que estaba claro que no pertenecía. "Charlie es cósmico, tío. Es profundo, escucha discos de los Beatles y descubre mensajes", dijo Brian Wilson, componente de The Beach Boys, a quién Manson, a través de dos de sus "chicas", Patricia Krenwinkel y Ella Jo Bailey, intentó encandilar para obtener beneficios en la industria.
Fue otro beach boy, su hermano Dennis Wilson y batería de la banda, quién le abrió las puertas de su mansión de Sunset Boulevard, depositó su confianza (y más de 100.000 dólares) en él y en la vida llena de orgías, drogas y excesos de su "Familia"."A veces el Brujo me da miedo. El Brujo es Charles Manson, un amigo mío que se considera Dios y Diablo. Canta, toca música y escribe poesía, y quizá acabe siendo otro artista de Brother Records, el sello de los Beach Boys", explicó Wilson a la revista británica Rave en mayo de 1969.
Manson, que entabló buena amistad y llegó a grabar varias maquetas en el estudio de Wilson, acabó acusándolo de plagio por la canción Never Learn Not To Love que la banda lo incluyó en su álbum 20/20 (1969). Lo cierto es que Manson solo consiguió publicar su música tras ser sido detenido en relación con los asesinatos de Tate-LaBianca.
En su primer disco, Lie: The Love and Terror Cult (1970), publicado por el sello de su amigo Phil Kaufman y en el que participan tanto Watson como Beausoleil, Manson refleja algunos de los que le preocupaban, como el ecologismo, —"Puedes alimentar al mundo con mi basurero", canta en Garbage Dump—, o el conflicto entre las personas y las máquinas en Mechanical Man, así como el ambiente en el inquietante rancho Spahn con canciones como I'll Never Say Never to Always, en la que se escucha a algunas de las chicas de la secta.
En 1972, de las 2.000 copias que se publicaron solo se habían vendido 300. Stephen Kaplan, distribuidor del álbum en los 80, aseguró que "los chicos lo compran pensando que van a obtener música de adoración al diablo. Pero cuando llegan a casa y descubren que tienen un álbum de canciones folk mediocres, muchos de ellos se sienten decepcionados".
Por un motivo u otro, tanto Beausoleil —"Charlie no tiene mucho talento"—, como Dennis Wilson —"Charlie no tenía un hueso musical en el cuerpo"—, no creían en el futuro musical de Manson. No eran los únicos. Aun así, lanzó otro disco The Summer Of Hate (1967), las primeras grabaciones que le hicieron a Manson, muy influidas por el blues de la música popular estadounidense, pero también por el folk o el doo wop afroamericano.
En 1996, se publicó Live at San Quentin, un bonito u tétrico homenaje a Johnny Cash con casi una hora de canciones e improvisaciones de Manson grabadas en 1983 en su celda de la famosa cárcel, donde fue originalmente encarcelado tras su juicio y sentencia en 1970.
Manson murió en 2017 en prisión, como la mayoría de sus seguidores, —con excepción de Leslie Van Houten, liberada en 2023 tras 53 años de condena—. Su música nunca trascendió, pero el hombre que sembró el pánico y quebró la era del "paz y amor" logró alzarse como una de las figuras más inquietantes y relevantes de la cultura pop.