Riccardo Muti durante el 'Concierto de Año Nuevo' de 2018. Foto: Terry Linke

Riccardo Muti durante el 'Concierto de Año Nuevo' de 2018. Foto: Terry Linke

Música

La severa gracia de Riccardo Muti mandará en Viena durante el tradicional Concierto de Año Nuevo

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Se abren de nuevo las puertas de la Musikverein vienesa para acoger el Concierto de Año Nuevo en la mañana del 1 de enero. Sugerente programa el que va a ser escuchado y visto por, según se dice, más de 1.000 millones de personas en la ya tradicional transmisión radiotelevisiva.

Lo constituyen composiciones de los Strauss vieneses, como protagonistas, y de otros músicos aledaños. Con alguna novedad, lo que suele ser habitual. El mismo programa se interpreta también el 30 (“ensayo general”) y el 31 de diciembre como “Concierto de San Silvestre” (Sylvesterkonzert). Presidiéndolo todo, la batuta de Riccardo Muti.

La sesión, matinal como se sabe, se inicia con Freiheits Marsch op. 226 de Johann Strauss padre, seguida del vals Dorfschwalben aus Österreich op. 164 de su hijo Josef. Enseguida una obra del hermano más famoso, Johann: Demolirer-Polka, Polka francesa op. 269. Del mismo se escucha a continuación el vals Lagunen op. 411. La primera parte acaba con la Polka rápida Luftig und duftig op. 206 del tercer hermano, Eduard.

En el intermedio, como es habitual, se abre el espacio para el documental, titulado en este caso Eine Strauss-Odyssee, dirigido y producido por Barbara Weissenbeck. Se comentará en él que en octubre de 2025 se cumplirán los 200 años del nacimiento de Johann Strauss II y se hará referencia, además, a la célebre película de Kubrick 2001: una odisea del espacio, de la que se ofrecerán algunas imágenes al compás de El Danubio azul.

Aparecerá uno de los descendientes de la familia, Thomas Strauss. La historia del músico se irá enhebrando con numerosos documentos. Seis bien seleccionados miembros de la Filarmónica de Viena tocarán pentagramas alusivos: la obertura de El murciélago, el Perpetuum Mobile y el famoso vals El Danubio azul. Como detalle curioso, se anuncia que la Fantasy Quartet de Britten tendrá un especial papel en el filme; secreto por ahora.

La segunda parte comenzará con la obertura de El barón gitano de Johann hijo, de quien es también la siguiente pieza, el vals Aceleraciones op. 234. A continuación, dos partituras que nunca se han tocado en este concierto, la Marcha Fidele Brüder de The Violet Girl de Joseph Hellmesberger y el vals Ferdinandus, en arreglo de Wolfgang Dörner, de Constanze Geiger. Enseguida estamos de nuevo con Johann II gracias a su Polka rápida Entweder-oder op. 403, seguida de otra pieza conocida, el vals Transactionen op. 184 de Joseph. No menos famosas son la Polka de Anna op. 117 y la Polka rápida Tritsch-Tratsch op. 214, ambas de Johann.

Cerramos la sesión con otra composición célebre: el vals Vino, mujeres y canciones op. 333 del mismo músico. Luego la primera propina, otra polka rápida conocida, La Bayadera op. 351, también de Johann, y, como habitual fin de fiesta, la felicitación de director y músicos a toda la audiencia y los postreros regalos: del famoso hijo, El Danubio azul op. 314 y la Marcha Radetzky op. 228 de Johann padre, que en los últimos años se toca, palmas incluidas, en arreglo de los propios músicos de la Filarmónica.

Muti hurga en los entresijos de los pentagramas de los vieneses. se asienta en el podio con la lección aprendida

Dos de las músicas precedentes llevarán la ilustración del Ballet de la Ópera de Viena. Se podrán ver en filmaciones previas realizadas en el Südbahnhotel Semmering y en el Technical Museum de Viena. La primera es el vals Aceleraciones y la segunda la Polka rápida Entweder, ambas de Johann hijo. La coreografía es cosa de la original Cathy Marston.

Al frente de todo ello, se moverá la elegante figura de Riccardo Muti, en la que ya es su séptima aparición en el evento. Es el que más veces ha intervenido después de Boskovsky (24) y Maazel (10). Lleva en contacto con la Filarmónica más de cincuenta años. Poco podemos decir que no se conozca de las cualidades de este maestro nacido el 28 de julio de 1941 en Nápoles. Fue alumno de Guido Cantelli y se impuso desde muy joven por su seriedad, su seguridad, su concisa técnica y su sólido concepto musical.

Sin aspavientos, con firmeza, este italiano del sur ha triunfado sin fisuras con su cara de póker y sus modos autoritarios que esconden un discurso elocuente y un criterio que alimenta concepciones plenas de una tensión heredera de las manejadas por Toscanini, aunque con el toque elegante y teatral de Giulini. Menos variado de registros, menos analítico que Abbado, Muti bucea con un temperamento más a flor de piel en las estructuras dramáticas de la ópera italiana, tanto la romántica como la clásica.

Al frente de la Filarmónica vienesa, a la que ha dirigido mucho, se nos ha mostrado siempre seguro. Como buen artista, ha aprendido a hurgar también en los entresijos de los pentagramas de los vieneses, que sabe controlar con lo que podríamos denominar, y entiéndase la aparente contradicción, con una severa gracia. Sin el dominio del rubato de un Maazel ni la viveza chisporroteante de un Boskovsky, ni la elegancia suprema de un Carlos Kleiber, el napolitano se mece y se asienta en el podio con la lección bien aprendida.

Todo ello se podrá apreciar y degustar a través de las pantallas de la televisión y las ondas de RTVE. El verbo fácil de Martín Llade nos llevará en volandas.