Sergei Prokofiev: "La flor de piedra".
No se puede catalogar este "Cuento de la flor de piedra" entre lo más genial de Prokofiev. La música de este ballet no es espectacularmente buena, ni nueva ni rompe molde alguno. No deja, sin embargo, de tener interés, y de seducir incluso, según cómo se escuche y lo que uno espere de ella. Es una música decididamente escénica, al servicio de la historia que cuenta y subordinada al protagonismo del espectáculo coreográfico. A diferencia de otros ballets, incluso de algunos del propio Prokofiev, "La flor de piedra" no sobrevive bien como música de concierto. Se reconoce, en todo caso, la maestría del ruso al crear melodías eficaces y evocadoras y, sobre todo, admiramos la suavidad y la fluidez de su orquestación, que tiene la virtud de presentar la música con absoluta naturalidad. Hay mucha ciencia y mucho arte en este viejo Prokofiev (la obra es de 1950, con el autor enfermo y atosigado por las impertinencias delpartido), incluso cuando produce obras de mediana ambición estética. La interpretación de Jurowski y la Orquesta de la Radio de Hannover es impecable y cuidadosa.
