Claudio Monteverdi
"Il ritorno d"Ulisse in patria"
31 enero, 1999 01:00
La publicación, el pasado año, de la grabación de "L"Orfeo" de Claudio Monteverdi supuso toda una conmoción en los medios fonográficos, hasta el punto de llegar a desbancar las versiones discográficas anteriores, algunas de ellas de muy alto valor. Las razones fueron la presentación de un Monteverdi enormemente vivo, con ritmos irresistibles, un colorido instrumental de una variedad hasta entonces prácticamente desconocida y la utilización de unas voces cálidas, latinas y expresivas, mucho más timbradas que las del ámbito anglosajón que han dominado casi en solitario este repertorio.
"Il ritorno d"Ulisse in patria", estrenada en el Teatro San Cassiano de Venecia en 1641, pertenece a un periodo más tardío de la producción monteverdiana, y, al igual que ocurre con la posterior "l"incoronazione di Poppea", su autoría no está plenamente documentada.
Esto ha llevado a Gabriel Garrido a añadir páginas pertenecientes al propio Monteverdi y a otros autores de la época como Francesco Cavalli, Biagio Marini o Sigismondo D"India, a fin de conseguir una obra más rica en contrastes entre lo trágico y lo animado. El resultado es, como en la anterior ocasión, deslumbrante, está lleno de hallazgos instrumentales y de bellezas canoras. Los afectos, tan característicos en el barroco, están llevados en ocasiones hasta un extremo casi "verista" (como el monólogo de Ulises, muy bien declamado por el tenor Furio Zanasi). Sólo cabe la pregunta de si la obra no habrá perdido algo de esa belleza profunda y austera que emerge en el lamento de Penélope, admirablemente servida por la mezzo Gloria Banditelli.
"Il ritorno d"Ulisse in patria", estrenada en el Teatro San Cassiano de Venecia en 1641, pertenece a un periodo más tardío de la producción monteverdiana, y, al igual que ocurre con la posterior "l"incoronazione di Poppea", su autoría no está plenamente documentada.
Esto ha llevado a Gabriel Garrido a añadir páginas pertenecientes al propio Monteverdi y a otros autores de la época como Francesco Cavalli, Biagio Marini o Sigismondo D"India, a fin de conseguir una obra más rica en contrastes entre lo trágico y lo animado. El resultado es, como en la anterior ocasión, deslumbrante, está lleno de hallazgos instrumentales y de bellezas canoras. Los afectos, tan característicos en el barroco, están llevados en ocasiones hasta un extremo casi "verista" (como el monólogo de Ulises, muy bien declamado por el tenor Furio Zanasi). Sólo cabe la pregunta de si la obra no habrá perdido algo de esa belleza profunda y austera que emerge en el lamento de Penélope, admirablemente servida por la mezzo Gloria Banditelli.
