Gioachino Rossini: "El Barbero de Sevilla".
He aquí un disco "a la antigua" en todos los sentidos. Suena a antiguo la orquesta, Serafin dirige a la antigua y los cantantes cantan como ya no se canta hoy día. Todo ello para bien y para mal. Gino Bechi no puede alcanzar las sutilezas ni el refinamiento de un Hampson, por poner un ejemplo de hoy, pero luce un auténtico vozarrón de contundencia incomparable y un registro agudo envidiable, aunque la emisión se ensucie en algunos medios. Es, para que nos entendamos, un barbero "de pueblo". Nicola Monti posee un timbre de tenor lírico-ligero de una dulzura envidiable, de la que quizá abuse hasta caer en un punto de amaneramiento. Rossi-Lemeni ofrece un estupendo Basilio y Melchiorre Luise un Bartolo de repertorio. Y, para terminar con los cantantes, nuestra Victoria encandila desde principio a fin. Cualquiera diría que Rossini escribió la Rosina para una soprano. Si el timbre de la voz es cautivador, no lo es menos la claridad de dicción y fraseo, la naturalidad en la expresión y la musicalidad. Serafin concierta con el oficio del director con tablas. Un "Barbero" para que las nuevas generaciones estudien una época y las viejas se recreen en sus recuerdos.
