Sergei Prokofiev: "Sinfonía nº 6. Romeo y Julieta".
Este disco tiene una doble lectura, la estrictamente musical y la socio-comercial. Hace dos veranos, la firma inglesa Decca decidió poner en cuarentena a varios de sus artistas más significativos, y entre ellos al suizo Charles Dutoit, con el que había producido más de 50 discos. Pero en junio del pasado año, la empresa Seagram, que opera en el mundo del whisky (!), adquirió el "holding" Polygram, del que Decca forma parte. El nuevo dueño, Edgard Bronfman, es un viejo amigo del músico de Lausanne y a Decca le ha faltado tiempo para recuperar sus trabajos canadienses no publicados y dar cancha a todo lo que el artista haya hecho con otras orquestas, como este Prokofiev grabado con la formación nipona de la que es director artístico desde 1998.
¿Lo musical? Pues excelente, claro: no cabía esperar menos de un hombre singularmente dotado para el ritmo y el color, pero es curioso que Dutoit "dé más de sí" en la "Sinfonía" que en la selección del ballet. Los japoneses demuestran que a la hora de copiar son los mejores y se convierten, camaleones perfectos, en el clónico de la Orquesta de Montreal.
¿Lo musical? Pues excelente, claro: no cabía esperar menos de un hombre singularmente dotado para el ritmo y el color, pero es curioso que Dutoit "dé más de sí" en la "Sinfonía" que en la selección del ballet. Los japoneses demuestran que a la hora de copiar son los mejores y se convierten, camaleones perfectos, en el clónico de la Orquesta de Montreal.
