Las obras del programa, muy distintas entre sí, constituyen una base magnífica para calibrar las capacidades de los solistas y la de aglutinación de Argerich. El "Quinteto" de Prokofiev, para oboe, clarinete, violín, viola y contrabajo, se nos ofrece en toda su disonante desnudez y complejidad rítmica. El "Concierto patético" de Liszt, para dos pianos, es atacado con un brío, un fuego y una amplitud romántica sensacionales por la propia Argerich y el brasileño Nelson Freire.

Finalmente, la sucinta composición de Bartók, "Contrastes" para violín, clarinete y piano, es tocada en toda su dimensión folklórica en sus tres partes, la danzable "Verbunkos", la evocativa y nocturnal "Pihenü" y la vita- lista y excitante "Sebes". Todas las aristas, la fuerza interior y la violenta poesía del tríptico están captadas en la soberana interpretación, que se erige, en un catálogo bastante numeroso, como de las mejores. Algo que reza para las otras dos piezas.

Debemos citar al menos los apellidos de los demás solistas que intervienen en este espléndido registro en vivo (Saratoga, 1998): Juillet, van Keulen, Robinson, Woodhams y Collins.